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La melancolía de verano en Davos | 
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| El Fórum Económico Mundial es una conferencia para optimistas. Por décadas, lo más grande y bueno de los negocios y la política se ha reunido cada invierno en Davos, un centro de esquí suizo, para el Fórum Económico Mundial, donde exponen ideas sobre “mejorar el estado del mundo” y se rompen las piernas en el pavimento helado. Más recientemente, el fórum ha generado mini Davos en otros continentes. El más exitoso es el “Davos de verano” que se lleva a cabo anualmente en China desde 2007. Es una gran oportunidad para los grandes del resto del mundo llegar a conocer a sus colegas chinos. Pero este año el humor fue innegablemente oscuro.
Parte del problema es la eurocrisis, pero las mayores preocupaciones son referentes a la propia China: su magnífica maquinaria de crecimiento se está ralentizando. Las compañías que se han acostumbrado a una expansión del PIB del 10% o más tuvieron que contentarse con 7.5% este año, si se satisface la meta oficial. Las importaciones en agosto realmente decayeron, en 2.6%. A puertas cerradas, los jefes chinos se inquietan por las malas deudas y despidos alarmantes. Uno advirtió acerca de “una onda de eliminación de marcas” en la industria china de autos, para el próximo año. La gente está acostumbrada a recibir noticias lúgubres de Europa; de China esto es impactante.
Un crecimiento anual de 7.5% es aun muy bueno, pero alarma a los hombres de Davos por dos razones. Primero, con un crecimiento negativo en el mundo rico, las firmas dependen de los nuevos mercados emergentes, especialmente de China, para seguir expandiéndose. Segundo, nadie sabe si las estadísticas chinas son ciertas, si el crecimiento está solo cambiando de velocidad, o se está acercando a una caída. En un estado con un solo partido, si el gobierno central establece metas de crecimiento, los funcionarios locales pueden tomarlas como órdenes y falsificar las cifras para agradar a sus superiores. También las cifras podrían ser exactas, pero el hecho de que economistas serios estén también haciéndose esa pregunta indica una verdad preocupante: ningún otro país es tan oscuro como China. El problema no es solamente la dificultad de los extranjeros de entenderla. Es difícil también para los locales. El libre flujo de información alimenta el progreso. Las compañías oyen las quejas de sus clientes para mejorar sus productos. Los políticos en las democracias oyen las quejas de sus votantes y se esfuerzan en apaciguarlos. En China, en cambio, los refunfuños más importantes se dicen en privado.
No obstante, mientras los estándares de vida sigan elevándose, probablemente China permanezca estable. El increíble motor de crecimiento seguirá funcionando, aunque a un paso más lento, en los próximos años. Los capitalistas reunidos en Tianjin salivan ante la propuesta de llegar hasta las ricas provincias costeras chinas y a la región interior, donde cientos de millones de nuevos consumidores adorarían comprar un refrigerador y comida fina para poner dentro. Pero ellos temen, sin embargo, que si el crecimiento se detiene, todas las apuestas caerán, y se preocupan de no poder ver la llegada de la caída.
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Este es el resumen del artículo "La melancolía de verano en Davos" publicado en Septiembre 15, 2012 en la revista The Economist.
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