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Se enciende la llama de la recuperación | 
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| Con el objeto de estimular la economía de su país, la cual presentó un lento crecimiento este año, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, busca reducir la fuerte carga tributaria que deben asumir las empresas brasileñas por el pago de los servicios públicos, en especial de la electricidad. El coste de la electricidad en Brasil está conformado por 28 impuestos distintos, los cuales, en conjunto, equivalen a casi la mitad de una factura promedia de este servicio. Como resultado de esto, los precios energéticos son extraordinariamente altos para las industrias.
A su vez, estas altas tarifas energéticas son transferidas al consumidor dada la complejidad de la economía brasileña cerrada, cuestión que no parece cambiar en un futuro, pues la tendencia es adoptar más restricciones comerciales, como el aumento en las tarifas sobre los productos importados (desde neumáticos hasta medicinas) con el propósito de proteger a los fabricantes brasileños, una medida proteccionista que no es propia sólo de Brasil, sino también de Rusia, Argentina y otros países europeos, India y China. No obstante, Rousseff, consciente de la problemática de los altos precios del servicio eléctrico, anunció la unión de dos impuestos y el recorte de un tercero en un 75% para inicios del próximo año. Con estas medidas, el importe de las facturas de electricidad caerían en un promedio de un 16% en cuanto a un consumo residencial, y en un 19-28%, en uno industrial.
Según los expertos, una reducción en los precios energéticos contribuirían a bajar los índices de inflación en aproximadamente 0,6 puntos porcentuales en 2013, lo que les dejaría un mayor margen de maniobra para aumentar el coste del petróleo, congelado desde hace seis años pese a los aumentos considerables del precio mundial de este rubro. Sin duda alguna, esta acción ayudaría a la empresa petrolera estatal Petrobras a recuperar su primer trimestre de pérdidas desde 1999, debido en parte a la reventa de petróleo importado a bajo coste. Además, estas medidas serían útiles para 1) impulsar la producción de etanol a partir de la caña de azúcar, un competidor del petróleo, 2) atacar los problemas estructurales de Brasil, 3) crear las condiciones para un mayor crecimiento sostenible a largo plazo.
Todas estas políticas se darían a la par de un panorama económico brasileño que empieza a ser nuevamente favorable tras unas leves señales de debilitamiento durante este año. Actualmente, la industria productiva ha dejado de contraerse, gracias en parte al recorte temporal en los impuestos sobre la venta de vehículos y electrodomésticos. A su vez, las empresas textiles, golpeadas por una moneda sobrevaluada, empiezan a reactivarse y contratar más personal. La adopción de poderosos estímulos financieros, junto a una política de devaluación del real y un recorte de las tasas de interés, fomentarán el crecimiento económico del país, lo cual ya puede evidenciarse a través de los bajos índices de desempleo y el aumento de los salarios en Brasil. Para los expertos, el último impulso que la economía brasileña necesita es una inversión más potente y un mayor recorte en los costes.
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Este es el resumen del artículo "Se enciende la llama de la recuperación" publicado en Septiembre 15, 2012 en la revista The Economist.
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