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El auge de la economía disruptiva |
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| Ya conocemos la disrupción que ha ocasionado el Web social en la industria de medios, donde ha aplastado el modelo de negocio tradicional y permitido a los creadores de contenido conectarse directamente con su audiencia. Pero la disrupción social se está expandiendo hacia el resto de la economía, como hotelería, taxis y educación; en el proceso, muchas están encontrando más obstáculos regulatorios cada día, pero algo queda claro: aquellas empresas de servicios que no utilicen características sociales para reducir las barreras e incrementar la eficiencia, no sobrevivirán mucho tiempo.
- Coursera, que ofrece cursos online, fue recientemente prohibida en Minnesota, porque las reglas de los negocios educativos exigen allí una cantidad de trámites y pagos. Aunque la restricción fue levantada gracias al descontento de la gente, se espera que hayan muchas trabas a medida que se expanda. La realidad es que en muchas áreas, la regulación no ha mantenido el paso de la evolución de los negocios que deben regular.
- Airbnb, una aplicación que permite a los dueños de inmuebles conectarse con personas que los quieran alquilar temporalmente (y que tiene un valor de unos us$2 mil millones), ha cambiado el equilibrio del poder, permitiendo a cualquier persona que tenga una habitación extra tenga un pequeño negocio sin mayores gastos. Esto es una clara amenaza para la industria hotelera, que ha hecho lo posible por ponerle límites por la vía política y regulatoria.
- Uber, servicio de planificación de autos, ha encontrado en cada ciudad en la que ha intentado entrar una fuerte barrera regulatoria promovida por los servicios tradicionales de taxi y limosinas. En Nueva York, por ejemplo, una licencia de taxi puede costar us$1 millón, por lo que no extraña que esta industria pelee por su mercado y ganancias.
Es importante notar que el aspecto social de estos negocios es crucial para su éxito, no un agregado bonito, y es el elemento fundamental que le permite reducir las barreras de entrada y los costos de transacción.
De hecho, startups como Airbnb y Uber son especies de “atajos regulatorios” en el sentido que están diseñados para saltar las regulaciones de la industria. Evidentemente, es necesario contar con regulaciones que protejan los intereses del público, pero muchas son creadas por las empresas incumbentes para proteger su posición de mercado. Para intentar algo nuevo, los emprendedores tienen que encontrar una “puerta trasera”, y cuando lo logren, se verá en restrospectiva lo obvio que era.
La lista de startups de este tipo crecerá y crecerá. Aunque la regulaciones impedirán el uso de sus soluciones por un tiempo, e incluso obligará a algunas cuantas a desistir, la tendencia continuará avanzando.
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Este es el resumen del artículo "El auge de la economía disruptiva" publicado en Octubre 2012 en la revista Business Week.
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