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Ira en España |
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| Los indignados que tomaron las calles de España en 2011 eran bastante moderados. Una de sus más apasionadas demandas fue que las elecciones involucraran una representación más proporcional. Pero tras un año de austeridad, han dejado de refrenarse. Protestas alborotadoras en Madrid y una creciente presión por la independencia de Cataluña dejan a España a merced de fuerzas peligrosas, justo cuando los problemas están empeorando en otras partes de la eurozona. A menos que el primer ministro español y sus contrapartes en Europa actúen, la moneda única pronto volverá a estar en riesgo. El 25 de septiembre, la policía utilizó balas de goma y garrotes contra los protestantes que formaban una cadena humana alrededor del Parlamento de Madrid. Inusualmente para España, hubo injurias y arrestos.
Ese mismo día el presidente de Cataluña dijo que su región llevaría a cabo elecciones tempranas el 25 de noviembre, lo que después del rechazo por parte del primer ministro Mariano Rajoy, de la demanda de Cataluña por mayor control sobre los impuestos, será visto como una medida del apetito de secesión de la región. Todo esto golpea a España en un mal momento. No se avizora un fin para su crisis. A juzgar por el balance fiscal de finales de agosto, el gobierno excederá en mucho su meta de déficit de 6.3% del PIB en 2012. Las protestas masivas solo harán que los planes de Rajoy sean más difíciles de implementar. Cataluña representa una quinta parte de la economía española y es la mayor contribuidora al presupuesto del gobierno central, su separación arrojaría a lo que queda de España en la bancarrota.
De ocurrir, la completa independencia de Cataluña no será pronto, pero aun una lucha por la autonomía crearía una prolongada incertidumbre cuando España necesita tranquilizar a los mercados de bonos y a los gobiernos colegas de la eurozona. Los catalanes tienen genuinos agravios, pero la región está en bancarrota también, y su economía depende del comercio con el resto de España. Al escoger enfrentarse a Rajoy ahora, los catalanes están jugando con fuego, pero eso no deja al primer ministro libre de culpa. El regionalismo en España es una expresión de descontento, así como el apoyo a los populistas lo es en otras partes de Europa. A pesar de su fuerte mayoría y control sin precedente sobre las regiones, Rajoy ha sido una decepción. Ha perdido un tiempo precioso, le ha faltado ambición y ha fallado en convencer a su gente de que tiene las soluciones a sus problemas.
La mejor arma de Rajoy contra la fisión regional es hacer que el gobierno central funcione. Debería aceptar que España necesitará el apoyo del Banco Central Europeo (lo que significa someter al país a un programa oficial de rescate). Rajoy le teme a la humillación, pero la alternativa es una mayor humillación para un menor beneficio después, cuando España esté en problemas más profundos y su propia autoridad aun más disminuida. Hasta esta semana, los políticos europeos pensaban que la crisis del euro estaba al fin bajo control. Los nuevos indignados de España han destrozado esta ilusión.
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Este es el resumen del artículo "Ira en España" publicado en Septiembre 29, 2012 en la revista The Economist.
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