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No sólo inclinada hacia los molinos de viento |
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| Los empresarios y dirigentes chinos deberían tomar cartas en el asunto para hacer su economía más transparente y flexible, pues las excesivas restricciones para acceder a su mercado están haciendo que una buena parte de las empresas estatales chinas estén teniendo problemas para desarrollar sus negocios tanto en el extranjero como localmente. En el mundo Occidental, especialmente, cada uno de los movimientos de empresas chinas importantes, tales como la gigante de telecomunicaciones Huawei o la petrolera CNOOC, es visto con recelo. De hecho, Barack Obama, hace poco, le negó a una empresa privada china la posibilidad de comprar una granja eólica en una instalación militar en Oregón.
Estas sospechas, sin embargo, tienen su fundamento: con el resurgimiento de las empresas públicas chinas, el vínculo empresarial con el Partido Comunista se ha consolidado más. Mientras muchos creen que el crecimiento de estas empresas ha ayudado al desarrollo de China, otros consideran que esta expansión está conduciendo al país a un colapso económico. Es cierto que, en la década de los 90, había una razón lógica para sustentar las empresas estatales, pues la mayor parte de los activos estatales de la era postsoviética estaban en manos de los oligarcas. Por tal razón, China creó un grupo selecto de empresas públicas a las que les otorgó préstamos económicos, tierras y energía con el objeto de mantener la riqueza dentro del Partido Comunista.
Si bien el desarrollo de éstas contribuyó al aumento de la inversión que rescató a la economía del país de la grave crisis económica mundial, lo cierto es que, hoy en día, los beneficios y protecciones otorgados por parte del Gobierno a las estatales para combatir la competencia no se traducen en riqueza como lo era antes. Es más, según un estudio, las empresas estatales chinas percibirían pérdidas si se eliminaran todos los subsidios otorgados por el Estado. Prácticamente, los dividendos de estas compañías no están orientados al Estado, sino que gran parte de su riqueza termina en manos de políticos y directivos de las estatales, que suelen ser parientes de los líderes del Partido Comunista, quienes son, a su vez, más poderosos que los mismos directores de los entes regulatorios.
Por una parte, el poder de las estatales chinas constituye un obstáculo para las empresas extranjeras que operan en el dragón asiático, pues sufren constantemente las consecuencias de severas imposiciones regulatorias o excesivas barreras para acceder al mercado. Por otro lado, esto afecta también a las pequeñas y medianas empresas chinas que carecen de liquidez económica y les urge, ahora más que nunca, el financiamiento por parte de capitalistas chinos dada la contracción de su crecimiento económico. Ante este panorama, el país necesitaría que el Partido Comunista deje sus intereses a un lado y empiece a privatizar las empresas estatales, abrir los sectores económicos a la competencia y darle un impulso al sector privado para ayudar a estimular la economía china.
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Este es el resumen del artículo "No sólo inclinada hacia los molinos de viento" publicado en Octubre 06, 2012 en la revista The Economist.
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