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El silencio de los trajes |
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| Aunque algunos lo apoyaron públicamente y la mayoría prefirió guardar silencio, en privado, era difícil hallar a un directivo serio que aplaudiera las actitudes y políticas de Barack Obama hacia los negocios. Algunos que lo elogiaron hace cuatro años estaban ahora furiosos, y habiendo donado dinero para la campaña de Obama en 2008, ahora lo hicieron para Romney. De las 25 firmas cuyo personal hizo las donaciones políticas mayores de los años recientes, más de una tercera parte dejó de apoyar a Obama desde 2008. Según una encuesta a ejecutivos tecnológicos, el 64% pensaba que una victoria de Romney sería buena para sus negocios; y solo el 41% dijo esto respecto a Obama.
Muchos presidentes de empresas estaban convencidos, cuando Obama optó por primera vez por la presidencia, de que él los estaba atendiendo. Ahora, algunos opinaron que estaba más interesado en la oportunidad de una foto [con CEO corporativos] que en oírlos. Tienen dos quejas sustanciales. Primero, que ha hecho poco para solucionar los grandes problemas fiscales de EUA. Segundo, ha introducido demasiadas regulaciones complicadas. Aun los que conceden que las finanzas de EUA necesitaban una revisión después de la crisis de 2008, se quejan de que las nuevas reglas son demasiado onerosas, además del número mucho mayor que estaba de acuerdo con que el sistema de salud de EUA necesitaba reformas. El costo de cumplir con la burocracia va en aumento. El miedo de los hombres de negocios es que los reguladores quieran disecar a los pejes gordos y colgarlos en la pared como trofeos.
Muchas de estas quejas son injustas. Si Obama está inclinado a encarcelar empresarios, ¿cómo es que aquellos responsables de la crisis financiera se han escapado? Después de lo de Enron, George W. Bush fue mucho más duro con los magnates que transgredieron. Obama también merece algún crédito por estabilizar la economía, y por el hecho de que ésta ha crecido lo suficiente para que el EUA corporativo esté ganando beneficios record. En cuanto a Romney, los empresarios pensaban que el expresidente de dos grandes compañías sería instintivamente pronegocios y se hubieran quedado asombrado si, una vez elegido, él hubiera llenado la rama ejecutiva con gente que piensa que los sindicatos y los abogados litigantes tienen muy poco poder. Pero no estaban infatuados y no gustaban de la confusa retórica anti China de Romney, y de su deseo de llamar a Beijing “manipulador del dinero”. Las guerras comerciales son malas para los negocios.
Muchos tampoco gustaban de las políticas sociales reaccionarias del Partido Republicano. Ellos tienen clientes y empleados gay, y preferían mantener a ambos grupos felices. Aun así, tenían la esperanza de que Newt Gingrich estuviera en lo cierto cuando durante las primarias republicanas llamó a Romney un “moderado de Massachusetts”. Lo dijo como un insulto, pero para EUA corporativo sonó atractivo. ¿Afectó el silencio de los directivos los resultados de las elecciones? Usted podría pensar que un ejército de empresarios alineados tras Romney lo pudo ayudar a convencer a los votantes de que él podría revivir la economía. Pero en el clima actual, un respaldo sonoro de los pejes gordos pudo tener un efecto opuesto. Los votantes pudieron concluir que la administración de Romney sería un gobierno del 1%, para el 1%, como tanto han insistido los demócratas. No es difícil imaginar que la Romneyfilia era el amor que no se atrevía a pronunciar su nombre.
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Este es el resumen del artículo "El silencio de los trajes" publicado en Octubre 13, 2012 en la revista The Economist.
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