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Esta vez es diferente |
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| Con el nuevo ciclo de conversaciones de paz iniciada en Oslo, todo apunta a que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) podrían estar muy cerca de acordar su desarme y buscar su reinserción en la sociedad civil. Durante los últimos 50 años, cada uno de los presidentes colombianos ha intentado acabar con este grupo guerrillero sin éxito. Algunos de ellos han usado la fuerza, mientras otros, como el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, han optado por debatir acuerdos de paz. En los anteriores acuerdos, el ex mandatario colombiano Álvaro Uribe (2002- 2010) consolidó un ejército para atacar las FARC, con lo que dio un duro golpe al grupo guerrillero, pues se vio reducido a la mitad y despojado de sus líderes principales, entre ellos su comandante.
No obstante, los efectos de esta fuerte ofensiva duraron poco dada la pobre cooperación de Venezuela y Cuba en acabar con el conflicto. De allí que no fue una sorpresa que, pronto, aparecieran nuevos líderes de las FARC, los cuales resultaron ser más pragmáticos que sus predecesores. Ante este nuevo escenario, Santos, quien ocupó el puesto de ministro de Defensa en el gobierno de Uribe, está dispuesto a hacer de los diálogos de paz con las FARC su apuesta más fuerte en su agenda política. Entre los puntos a discutir, se encuentran 1) negociar el acceso a la tierra por parte de los campesinos, 2) acordar una compensación a las víctimas del conflicto, 3) devolver tierras confiscadas.
En cuanto al tratamiento legal que deben recibir los miembros de las FARC, la opinión pública rechaza que se acuerde algún tipo de amnistía. De hecho, una encuesta reciente reveló que un 78% de los encuestados estaban de acuerdo con que los líderes del grupo guerrillero fueran sentenciados a prisión.
Sin embargo, es poco probable que los guerrilleros acepten algún acuerdo en el que se les imponga una larga sentencia de cárcel. Por el contrario, es muy factible que éstos exijan mayores garantías al Gobierno colombiano, más allá de sus simples promesas. Otra de las prioridades del Gobierno de Santos es desmantelar el narcotráfico, que supone la principal fuente de ingresos de las FARC, quienes cobran un impuesto a los cultivadores de coca por convertir las hojas de la planta en una pasta, que luego se venderá a los traficantes. Puesto que el grupo guerrillero se ha hecho con el control de grandes franjas rurales de Colombia, el Gobierno debe incentivar a los agricultores a cultivar otro tipo de productos.
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Este es el resumen del artículo "Esta vez es diferente" publicado en Octubre 20, 2012 en la revista The Economist.
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