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Responsabilizar al CEO |
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| Son pocas las juntas directivas de compañías importantes que, hoy en día, asumen cambios radicales de liderazgo cuando el deterioro de sus activos empieza a hacerse visible. Sin embargo, la gran mayoría incurre en el error de mantener a sus CEO por un largo periodo de tiempo, lo que prolonga aún más la desvalorización de la empresa.
Si bien los últimos cambios de liderazgo en grandes corporaciones han traído consigo una repercusión lenta y dolorosa en los medios, como los casos de Leo Apotheker en Hewlett-Packard, Bob Diamond en Barclays, y George Entwistle en la BBC, lo cierto es que existen otras compañías que han tomado acciones más rápidas y contundentes en cuanto a la salida de sus CEO. Tal es el caso de la empresa minera inglesa Rio Tinto, que anunció de manera abrupta la renuncia de su CEO, Tom Albanese, tras el declive del valor de sus activos. Aunque Albanese fuera reconocido internamente como un buen CEO, el hecho es que la sombra de una mala adquisición multimillonaria lo perseguía.
En general, las juntas directivas de las empresas que han sido fuertemente golpeadas por una mala inversión pueden actuar de una manera más decidida que aquéllas que no tienen una señal tan evidente de deterioro económico y que apenas perciben una fuga lenta de sus ganancias. De hecho, en los casos de una desvaloración lenta, los CEO pueden resguardarse siempre bajo la excusa de que el despegue está próximo a venir, un pretexto que suele ser ampliamente aceptado por la mayoría de las juntas directivas.
Ahora bien, las empresas tienen en sus manos una solución: aplicar algunos principios políticos en su poder ejecutivo para hacer cambios radicales y oportunos en su liderazgo y evitar así un desangre de sus activos. Como ocurre en las democracias, los líderes políticos cumplen funciones en cargos públicos por tan sólo un periodo determinado de tiempo, pues un acceso prolongado al poder podría conducir a la corrupción. Las empresas, por su parte, podrían aplicar esta misma norma y beneficiarse enormemente de tener a un nuevo líder cada 5 ó 10 años. Incluso, una buena idea sería que los accionistas de la empresa puedan elegir a sus CEO, lo cual ya ocurre en algunas compañías, tales como McKinsey & Co, que cuenta con un sistema electoral para escoger a sus socios gerenciales y con un periodo de mandato determinado no superior a 5 años.
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Este es el resumen del artículo "Responsabilizar al CEO" publicado en Febrero 2013 en la revista Business Week.
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