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La partida de Albert Hirschman |
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| Albert Hirschman, quien se forjara una reputación como economista del desarrollo enfocado en América Latina, sabía de lo que estaba hablando cuando le puso el nombre de “Ensayos de Penetración” a uno de sus libros. Él fue un practicante extraordinariamente estrafalario de las ciencias funestas. Nacido en Berlín, Alemania, en 1915, huyó de los nazis en 1933, estudió en Paris, Londres y Trieste, se unió a la resistencia contra Mussolini, peleó del lado republicano en la Guerra Civil Española, sirvió en el ejército francés hasta el colapso de Francia en 1940, ayudó a organizar una “vía férrea subterránea” para refugiados, emigró a EUA, se unió al ejército y fue traductor en Núremberg. Él aplicó ese espíritu cosmopolita que había adquirido durante esos años a todo lo que escribía.
Su libro más famoso, “Salida, Voz y Lealtad: respuestas al declive en empresas, organizaciones y países”, permanece tan sugerente en la actualidad para gerentes, formuladores de políticas e intelectuales como cuando salió por primera vez en 1970. El Sr. Hirschman sostenía que las personas tienen dos formas distintas de responder frente a las decepciones. Ellas pueden votar con sus pies (salida) o quedarse y quejarse (voz). La salida siempre ha sido la postura por defecto en EUA: a los estadounidenses se les conoce por ser rápidos en abandonar sus lugares de origen y mudarse a otro sitio. Ésta además es la postura por defecto en la profesión de la economía. En efecto, cuando apareció su libro, Milton Friedman y sus colegas de la Escuela de Chicago se encontraban ocupados extendiendo el imperio de la salida a nuevas áreas. Si las escuelas o residencias públicas estaban podridas, sostenían ellos, se debía alentar a las personas a que las abandonaran.
El Sr. Hirschman creó algunos problemas con el culto a la salida. En algunas ocasiones, éste atrinchera el estatus quo. Los dictadores pueden mandar por mucho más tiempo si sus críticos más aguerridos huyen al exterior (efectivamente, Cuba utiliza la emigración como una válvula de seguridad). Los monopolios pueden tener una vida más tranquila si los clientes más fieles consiguieran una alternativa. Al Sr. Hirschman se le ocurrió la idea para su libro durante un espantoso viaje en tren por Nigeria: él concluyó que las vías férreas de la nación empeoraban ya que los clientes con más fuerza vocal se cambiaban a las carreteras.
La salida además puede reforzar el ciclo del declive. Las escuelas estatales pueden empeorar si los padres y representantes que ejercen más presión se llevan sus costumbres a otra parte. El Sr. Hirschman se preocupaba de que una cantidad moderada de salida podría producir lo peor de lo peor: “La opresión de los débiles por los incompetentes y la explotación de los pobres por el perezoso son lo más duradero y asfixiante que existe como de igual forma lo son lo poco ambicioso y lo innecesario”. La salida además puede acarrear costes. Si usted ha invertido fuertemente en una empresa que comienza con un mal desempeño, entonces mejor presione por un cambio en la gerencia en vez de vender sus acciones con pérdidas.
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Este es el resumen del artículo "La partida de Albert Hirschman" publicado en Diciembre 22, 2012 en la revista The Economist.
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