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Un argumento a favor del Gran Hermano |
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| Para nosotros los estadounidenses que hemos pasado horas haciendo fila en el Departamento de Vehículos Motorizados o que hemos pagado un par de cientos de dólares para obtener un pasaporte (todo para terminar con una identificación con fotografía que hace que la fotografía de rostro de Charlie Sheen luzca bien), nos podría ser difícil apreciar los gozos de las identificaciones otorgadas por el gobierno. Aún peor es el miedo real de que las infames agencias de gobierno utilizarán esta información para rastrear y monitorear a los ciudadanos.
Aun así todos nosotros cargamos identificaciones (a excepción de aquellos con la religión Amish). Licencias de conducir, carnets del seguro social, pasaportes y certificados de nacimiento son vitales en un mundo moderno. Si usted deseara abrir una cuenta bancaria, comprar una casa, reclamar pagos de pensión, votar, conducir un automóvil o viajar cruzando la frontera, usted necesitará de una identificación reconocida y legal. Esto es algo bueno.
Ahora piense que cientos de millones de personas a nivel mundial no tienen absolutamente ninguna identificación legal, algo que las mantiene en las sombras de la economía legal. Según la UNICEF, un 98% de las personas en países desarrollados tienen certificados de nacimiento, mientras un 40% de los niños en países en vías de desarrollo no son registrados al momento de su nacimiento –y la proporción crece cada vez más en las partes más pobres del planeta. En el sur de Asia, por ejemplo, casi dos de tres nacimientos no fueron registrados a finales de siglo. Intente reclamar el título de las tierras que su familia ha cultivado por generaciones si, oficialmente, usted ni siquiera existe. Y olvídese de abrir una cuenta bancaria. Bajo las leyes anti-lavado de dinero conocidas como “conozca a su cliente”, las personas sin identificación se encuentran limitadas a rellenar sus colchones con dinero.
Entonces de ahí existen las identificaciones falsas. No, no la que posee su hija adolescente. Me refiero a las millones de personas en el mundo que tienen múltiples identificaciones “legales”, las cuales utilizan para sacarles a los gobiernos miles de millones de dólares en pensiones, pagos y servicios. Eso le cuesta a usted dinero –otra de las razones para acudir al Gran Hermano. Por todas estas preocupaciones justificables, la cuestión principal es que la gran gama global en sistemas de identificación –alimentada con nuevas tecnologías que utilizan características personales de alta tecnología que van desde huellas dactilares hasta ondas cerebrales– son buenas noticias.
La mayoría de estas innovaciones se están viendo en el mundo en vías de desarrollo, donde la mayoría de las personas se podrán beneficiar de ellas. Desde Brasil hasta Sudáfrica, los gobiernos tienen acceso a una gran cantidad de técnicas de identificación biométricas: huellas dactilares, reconocimiento facial, escaneo de iris y retina, patrones de voz y venas, mapeo de lengua, movimiento de los labios, patrones del oído, forma de andar, ADN, ondas cerebrales y, sí, incluso impresiones de la parte posterior del cuerpo. Un nuevo estudio reportó que más de mil millones de personas en países en vías de desarrollo se les han realizado un muestreo biométrico en los últimos años. (La biométrica es un negocio de crecimiento global; el mercado a nivel mundial para tales servicios se calcula que alcanzará los US$ 16,5 mil millones para el año 2017).
Las técnicas biométricas tienen la ventaja de producir marcadores de identificación que son más difíciles de falsificar y son más seguros ante los errores que las aproximaciones tradicionales. Además son comparativamente económicos (aproximadamente US$ 5 por persona) y no dependen de habilidades de lenguaje o alfabetización. Eso los ha convertido en una herramienta increíblemente efectiva en relación al coste para garantizar los pagos y los servicios se le dan a la gente correcta –y sólo a la gente correcta.
La biometría también se utiliza para confirmar la elegibilidad en los seguros médicos, actualizar los registros de pacientes y confirmar la adherencia a los regímenes de tratamiento. Los trabajadores de la salud utilizan sus huellas dactilares para garantizar que las personas finalicen sus tratamientos para la tuberculosis en Nueva Delhi, y en Sudáfrica para verificar que los pacientes estén tomando sus tratamientos antiretrovirales para el SIDA.
Incluso el padre del Gran Hermano, el mismo George Orwell, tenía una tarjeta de identificación. Todo el mundo debería ser muy afortunado.
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Este es el resumen del artículo "Un argumento a favor del Gran Hermano" publicado en Abril 2013 en la revista Foreign Policy.
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