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¿Podrá India convertirse en una gran potencia? |
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| Nadie tiene dudas de que China se ha unido a las filas de las grandes potencias: la idea de formar un G2 con EUA ha sido propuesta, aunque de forma prematura. A India se le ha puesto a la par con China debido a sus más de mil millones de habitantes, promesas económicas, valor que tiene como socio comercial y crecientes capacidades militares. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apoyan –aunque a regañadientes– la petición de que India se les una. Pero mientras se da el crecimiento de China, India todavía es ampliamente vista casi como una potencia que no se puede controlar.
Esto es una lástima, porque como gran potencia, India tendría mucho que ofrecer. Aunque es más pobre y menos dinámica que China, India posee un poder suave en abundancia. Ella está comprometida con las instituciones democráticas, el estado de derecho y los derechos humanos. Como víctima de la violencia yihadista, ésta se encuentra al frente de la lucha contra el terrorismo. Ella tiene una enorme y talentosa diáspora. Ella puede no querer ser cooptada por Occidente, pero posee muchos valores occidentales. Ella tiene confianza en sí misma y es rica culturalmente. Si tuviese un escaño permanente en el Consejo de Seguridad (el cual se ganó por ser una de las contribuyentes más consistentes en las operaciones de preservación de la paz de la ONU) ella no daría excusas o defendería a regímenes brutales. A diferencia de China y Rusia, ella posee muy pocos “esqueletos en su armario”. Al contar con una enorme línea costera y respetada marina (calificada por su contraparte estadounidense, con quien a menudo realiza ejercicios militares en conjunto, por estar a la par con los estándares de la OTAN) India se encuentra bien situada para suministrar seguridad en la parte crítica de los espacios globales.
Aunque el gran potencial de India para convertirse en una fuerza de estabilidad y en una defensora del sistema internacional basado en reglas está lejos de ser llevado a cabo. Una de las grandes razones es que la nación carece de la cultura para perseguir una política de seguridad activa. Muy a pesar de un presupuesto de seguridad que crece rápidamente, el cual se estima que se convertirá en el cuarto más grande del mundo para el año 2020, los políticos y burócratas de India demuestran poco interés en una gran estrategia. El servicio de extranjería es ridículamente frágil –los 1,2 mil millones de habitantes de India son representados por alrededor del mismo número de diplomáticos que tienen los 5 millones de habitantes en Singapur. El liderazgo de las fuerzas armadas y el establecimiento político-burocrático operan en diferentes mundos. Al ministerio de defensa le falta experiencia militar de manera crónica.
India debería comenzar a darle forma a su propio destino y al de su región. Ella necesita tomar las estrategias con más seriedad y constituir un servicio de extranjería que sea digno de una gran potencia –uno que sea al menos tres veces más grande. Ella necesita de un ministerio de defensa más profesional y de un personal de defensa más unificado que pueda trabajar en conjunto con el liderazgo político del país. Y también necesita de una marina bien fundada que se pueda convertir tanto en proveedora de una seguridad marítima en los canales marinos más congestionados del mundo como en una expresión de la voluntad de India para asumir las responsabilidades de una gran potencia.
Aunque, más que nada, India necesita renunciar a su filosofía arcaica de no alineación. Desde aquel tratado nuclear con EUA firmado en 2005, ella ha favorecido a Occidente –tiende a votar de la forma estadounidense en la ONU, ha eliminado sus compras de petróleo iraní, colabora con la OTAN en Afganistán y coordina con Occidente resolver problemas regionales como la represión en Sri Lanka y la transición en Myanmar– pero lo ha hecho de forma muy secreta. Realizar su cambio de una manera más explícita, al suscribirse a alianzas respaldadas por Occidente, sería bueno para la región y para el mundo. Esto promovería la democracia en Asia y ayudaría a que China se apegara a las normas internacionales. Eso podría no ser del interés de India en el corto plazo, porque podría significar el riesgo de enemistarse con China. Pero viendo más allá de un interés propio en el corto plazo, esta es la clase de cosas que hace una gran potencia.
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Este es el resumen del artículo "¿Podrá India convertirse en una gran potencia?" publicado en Marzo 30, 2013 en la revista The Economist.
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