|
El espíritu empresarial nos hace cambiar (pero no siempre para bien) |
|
| Se podría creer que la persona que emprende un negocio es también la que sale de éste, quizás más rica, quizás más pobre, ciertamente marcada por la batalla, pero fundamentalmente la misma. Eso no ocurre así en todos los casos. A algunos les cambia el carácter y el temperamento. El cerebro no es estático, más bien está interactuando siempre con nuestro ambiente y nuestras emociones. Lo empresarial suele evocar profundas respuestas psíquicas: la euforia y la depresión pueden sucederse una a la otra tan rápido como para inducir un azote emocional. Los empresarios sufren a menudo de una intensa y duradera ansiedad. Estas emociones y su acompañante, el miedo, pueden constreñir la experiencia humana y cualquier sentido amplio de oportunidad. Requiere un extraordinario carácter y resistencia el vivir con esto cada día y no ser afectado.
Al menos hay una fuerza tan poderosa como el miedo, y es el amor. En su libro Seis secretos para el éxito de los que inician un negocio, John Bradberry argumenta que los empresarios se enamoran literalmente de sus compañías y esa poderosa emoción puede alterar sus personalidades. En ciertas instancias, lo empresarial no cambia a la gente, sino que revela su verdadero modo de ser. Los empresarios acumulan nuevos conocimientos y habilidades, pero también crecen, despojándose de su mala percepción sobre quiénes son. Muchos responden a la adversidad poniéndose en contacto con sus fortalezas ya existentes, y crean un ciclo positivo de éxitos confianza, sentimientos de realización y satisfacción. Pero otros se ponen en contacto con sus debilidades ya existentes, y golpeados por repetidas decepciones, son incapaces de esconder la ira, la petulancia, el desaliento y otros rasgos amargos que una vez habían suprimido.
Muchos confiesan que lanzar una compañía los hizo menos tolerantes y más competitivos, rígidos, demandantes y críticos. A alguno lo ha llevado a abusar del alcohol por primera vez. Otros perdieron su sentido del humor, o la confianza en su prójimo. No todos los empresarios están tan conscientes de su nueva cara en el espejo. Pero la gente que se preocupa de sí misma no puede ignorar los cambios. Los efectos de una personalidad adversa son especialmente aparentes en aquellos que han atesorado por mucho tiempo la idea de que lo empresarial sería su salvación, el significado de sus vidas y lo que hubiera logrado alzarlos por encima de los descontentos de sus vidas normales.
Afortunadamente, esto tiene su lado optimista, al menos para aquellos que triunfan bajo presión. El estrés de las decisiones de vida o muerte diarias, puede tanto aumentar la confianza como debilitarla. Comenzar una compañía hace a alguna gente más dinámica, enfocada y creativa. No se puede predecir el efecto de esto, pero la mayoría suele subestimar los riesgos de su bienestar emocional y la salud de sus relaciones. Así como están obligados a detectar y corregir el flujo de efectivo o los problemas en las ventas de sus compañías, deberían reconocer y detener su deslizamiento hacia un abismo psíquico. Se ha acuñado el término “pérdida razonable” para describir lo que un fundador está dispuesto a arriesgar y lo que está dispuesto a perder. Lo que nunca se puede permitir es perderse a sí mismo.
|
Este es el resumen del artículo "El espíritu empresarial nos hace cambiar (pero no siempre para bien)" publicado en Abril 2013 en la revista Inc.
Vea otros artículos publicados en Inc u otros artículos sobre Emprendedores.
deRevistas.com traduce y resume los mejores artículos publicados por las revistas más prestigiosas de Negocios y Gerencia. Cada quincena, le enviamos a nuestros suscriptores un nuevo ejemplar con unos 30 resúmenes.
|