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La cumbre | 
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| El presidente de China, Xi Jinping, probablemente no citó a Tucídides cuando se reunió con su contraparte estadounidense, Barack Obama, en una cumbre en el estado de California a comienzos del mes de junio de este año. Aunque el espíritu del historiador griego sí flotó sobre el rancho de Sunnylands. Los expertos en políticas chinos se encuentran afectados por su argumento de que fue el miedo de los espartanos por el creciente poder de Atenas lo que hizo inevitable la guerra. Su insistencia en que China desea un “rebelión pacífica” pretende calmar tales temores en EUA.
La maniobra no está funcionando. Las relaciones de China con EUA se han deteriorado en los años recientes, invocando el espectro de conflicto en Asia Oriental. Impulsado por su propio éxito económico y el estancamiento occidental, China ha hecho valer sus reclamos en la región de forma más agresiva, mandando a los vecinos a refugiarse de nuevo bajo la sombrilla de seguridad de EUA. La respuesta de Obama ha sido un “eje” hacia Asia. Por falta de confianza, ambas partes reforzarán sus fuerzas militares así como un comportamiento defensivo responsable podría desembocar en conflicto.
El Sr. Xi al menos ha comprendido bien una cosa. En mayo, él le dijo a Tom Donilon, el consejero de seguridad estadounidense en período de retiro, que las relaciones han alcanzado un “momento crítico” y que se necesitaba “un nuevo tipo de relación de gran poder”.
Los Sres. Obama y Xi necesitan comenzar a confrontar las causas inmediatas de las tensiones que hay en las relaciones sino-estadounidenses. Los hackers chinos han hurtado propiedad intelectual a gran escala, mientras los “sinófobos” estadounidenses se han aprovechado de los controles en las exportaciones a China, impuestos tras el asesinato que tuvo lugar en la Plaza Tiananmen en 1989, para prohibir la exportación de bienes con las asociaciones militares más distantes tales como pastillas de freno y tarjetas SIM. El Sr. Xi necesita enviar una señal de que los cibercrímenes no serán tolerados. El Sr. Obama necesita presionar para levantar algunas restricciones.
La cumbre en Sunnylands debería además ser utilizada para planificar más cumbres en el futuro. Es extraordinario que los líderes de los dos poderes más grandes del mundo se reúnan raramente de esta forma. Es igualmente extraordinario que la actual generación de líderes estadounidenses incluya a pesos pesados no reales en los asuntos con China: el liderazgo de Beijing sigue estando más inclinado a consultar con Henry Kissinger que con cualquiera de los confidentes cercanos del Sr. Obama. Es fácil mofarse de la idea de sostener reuniones por el simple hecho de sostener reuniones. Pero los países pueden crear páginas Web de confianza mutua e incluso de amistad que los líderes puedan utilizar en casos de crisis –y las conversaciones con bebidas alcohólicas tarde en la noche pueden hacer más para unir a los países que todos los diplomáticos del mundo.
Existen demasiadas buenas razones para que EUA se encuentre nervioso acerca del surgimiento de un nuevo gigante económico y molesto por los ciberataques, por el obstruccionismo sobre Siria o la brutalidad del régimen hacia sus propios ciudadanos. También hay demasiadas razones para que China esté molesta con EUA: los estadounidenses han estado demasiado dispuestos a demonizar a las exitosas empresas chinas como Huawei o CNOOC. Pero la lección de historia es que todos pierden si el mundo permite unas preocupaciones legítimas para salirse de control. Hace más de 2000 años, Grecia fue devastada por el fracaso de Esparta en manejar el auge de Atenas. Hace 100 años, Europa fue devastada por su fracaso en manejar el auge de Alemania. Si el siglo XXI va a ser más pacífico que el siglo XX, EUA y China deben aprender a tener una mejor cooperación.
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Este es el resumen del artículo "La cumbre" publicado en Junio 08, 2013 en la revista The Economist.
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