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Espantados con el gas de esquisto |
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| Un espectro se encuentra espantando a Rusia: el del gas de esquisto. Éste se encuentra penetrando los salones del poder, incomodando a los líderes de Rusia y sus allegados de negocios. Las empresas energéticas comprenden la mitad del valor del mercado accionario ruso, y la única empresa respaldada por el Estado, Gazprom, produce un 10% de las exportaciones de la nación. Las políticas de Rusia además son forjadas sobre el petróleo y gas convencional: Vladimir Putin es en esencia el CEO de Russian Energy Inc. La revolución de la producción de gas no convencional proveniente de las capas de esquisto, las cuales se originaron en EUA y ahora se esparcen por todo el mundo, se encuentra sacudiendo el capitalismo de estado desde sus cimientos.
Todos los poderes de la Rusia del Sr. Putin se han unido en una alianza santa para poder exorcizar este espectro: el presidente y su primer ministro, oligarcas y burócratas, ambientalistas de moda y los policías-espía del Kremlin. El Sr. Putin ha denunciado al esquisto por costar demasiado y dañar al medio ambiente. Alexey Miller, jefe de Gazprom, ha descrito la revolución como un “mito” y una “burbuja que explotará pronto”. “Estamos escépticos con respecto al gas de esquisto”, dice. “Éste no representa ningún riesgo [para nosotros]”. Pero la posición del clan dominante se ha matizado desde hace poco. El Sr. Putin ahora admite que podría haber una “revolución de esquisto real” después de todo. Él ha declarado que se encuentra monitoreando la revolución con mucho cuidado, y le ha urgido a las empresas energéticas rusas que “le hagan frente al reto” del esquisto.
La revolución del esquisto se encuentra cambiando el balance de poder entre el “oso” ruso y sus clientes europeos. En el pasado, Rusia tenía tanta confianza en su poder de productor que se sentía capaz de intimidar a los clientes: ésta le cortó los suministros de gas a Ucrania tanto en 2006 como en 2009 durante una negociación de contratos. Pero la transformación impulsada por el esquisto de EUA desde un poder energético en decadencia al productor más importante de gas en el mundo, y un potencial gran exportador, se encuentra bajando los precios del gas en los mercados mundiales. Los suministros de gas licuado provenientes del Medio Oriente que ya EUA no desea ahora se les están ofreciendo a los europeos. A finales de junio, un consorcio fue escogido para transportar el gas desde Azerbaiyán hacia Europa occidental, así reduciendo más la dependencia de los suministros que provienen de Rusia. Los europeos están descubriendo que tienen poder de negociación: Bulgaria recientemente negoció un recorte de 20% en los precios en su nuevo contrato de 10 años con Rusia. Los otros también están determinados a liberarse a sí mismos de la dependencia que tienen con un país que ha utilizado la energía como un arma de política exterior. Polonia y Ucrania están decididas a desarrollar sus propios suministros de esquisto por razones estratégicas y económicas.
Gazprom es un gigante herido al presente, y el esquisto es una de las cosas que lo ha dañado más. En el año 2008, la empresa tenía una capitalización de mercado de US$ 367 mil millones y el Sr. Miller especulaba que se convertiría en la primera empresa milmillonaria del mundo. En la actualidad apenas tiene un valor US$ 78 mil millones y su modelo de negocio –el de inyectarle dinero al Kremlin a cambio de brindarle protección contra la competencia– parece dañado.
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Este es el resumen del artículo "Espantados con el gas de esquisto" publicado en Junio 29, 2013 en la revista The Economist.
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