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Una débil red de transportes amenaza la economía brasileña |
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| En los últimos años, Brasil ha venido creciendo a tasas significativas y consolidándose como potencia económica y exportador líder de commodities. Sin embargo, aún la salud económica brasileña podría verse afectada si no supera los graves problemas y limitaciones ocasionadas por las deficiencias de la actual infraestructura logística. El gran desarrollo económico de Brasil se ha basado en el aumento exponencial de las exportaciones de sus productos principales (hierro, petróleo, soja, carne, azúcar y café) dada principalmente a la creciente demanda de commodities por parte de China.
Fue justo con la desaceleración económica como resultado de la crisis financiera que la pujante economía brasileña se vio ligeramente resentida, lo que dejó en evidencia la importancia de las exportaciones de commodities para la salud del país. Este boom de las commodities, unido al consecuente aumento de la producción, acentuó la insuficiencia de la red de transporte ferroviario, la falta de capacidad instalada, la fuerte burocracia y los costosos atrasos en la salida de las mercancías, especialmente del sistema portuario brasileño, el cual es el responsable del 95% del comercio externo.
Como consecuencia, hacer negocios en Brasil empezó a suponer unos costes exorbitantes. Por ejemplo, los costes actuales de los contenedores en Brasil varían entre un 81-166% más que los practicados en el norte de Europa y los puertos asiáticos. De allí que todas las soluciones apuntaban a agilizar las exportaciones con la expansión de la capacidad portuaria con el objeto de satisfacer el crecimiento continuo de la demanda mundial de los commodities brasileños. No obstante, las autoridades gubernamentales del país hicieron caso omiso durante varias décadas y descuidaron la inversión en infraestructura logística, lo que hizo que la competitividad de Brasil en cuanto a carreteras, ferrocarriles y terminales portuarias, cayera drásticamente.
Lo mismo ocurrió con la inversión privada que quedó desfasada. En 1993, Brasil entregó las operaciones portuarias a través de concesiones a empresas privadas seleccionadas por un sistema de licitaciones de proyectos para la construcción y operación de los puertos. A raíz de esto la gestión portuaria quedó sujeta a regulaciones pesadas, restricciones laborales severas e incentivos distorsionados, que se tradujeron finalmente en 1) escasez de inversiones, 2) costes laborales elevados, 3) afianzamiento político y 4) corrupción.
Actualmente, el Gobierno brasileño es consciente de la necesidad de aumentar las inversiones en la infraestructura portuaria nacional. Como primer paso, han decretado el cambio en la estructura regulatoria y ampliado la posibilidad de hacer inversiones privadas en los puertos enfocándose en áreas, tales como el transporte de carga subcontratada, operaciones de dragado y la mejora de la ley de concesiones, las cuales permitirán aumentar rápidamente la productividad de los puertos.
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Este es el resumen del artículo "Una débil red de transportes amenaza la economía brasileña" publicado en Enero 2014 en la revista Knowledge @ Wharton.
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