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Cinturón, espejo, freno |
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| Cuando el gobierno cubano dijo en diciembre que permitiría a la población comprar un automóvil moderno sin requerir permisos especiales, muchos sospecharon que había una trampa. Y la hay. Los autos, que sólo se pueden adquirir a través de suplidores del estado, cuestan una fortuna.
Un Peugeot 508 del 2013, que en Europa cuesta us$30.000, cuesta en La Habana más de un cuarto de millón de dólares. Un Geely chino con más de 80 mil kilómetros está a la venta por us$30.000. Con un salario promedio de us$20 al mes, queda claro que no quieren vender autos sino hacer un show.
Algunos pensaron que era un error y los precios estaban en pesos cubanos (un peso es 24 veces más barato que el CUC, un peso ligado al dólar). Otros creen que el alto precio es una antesala de la devaluación del peso para unificarlo con el CUC. Pero la mejor explicación puede ser el efecto inmediato de la reforma: el fin del lucrativo mercado negro de permisos para comprar autos nuevos.
Durante décadas se han asignado a individuos en gran estima, como trabajadores excepcionales del partido, estrellas deportivas o artistas. Pero se habían convertido en moneda circulante, siendo vendidos hasta por us$12.000 cada uno.
Todo parece una señal clara de que la economía seguirá siendo contralada. Desde que Raul Castro tomó el control en el 2008, ha tomado ciertos pasos para reducir el rol del estado, permitiendo ciertos auto-empleos, compras de casas, autonomía a los agricultores, etc. Siempre dijo que los cambios se harían sin apuro, y ahora pareciera que se están desacelerando.
En un discurso reciente, Castro no mencionó reformas ulteriores; en su lugar, acusó a grupos extranjeros (sin decir su nombre) de intentar introducir ideas “neoliberales” y “neocoloniales”. Ese mismo día el gobierno prohibió la reventa de ropa importada. La manufactura y venta de ropa es una de las 200 ocupaciones privada que se permitieron oficialmente en el 2010. Desde ese entonces, miles de emprendedores han estirado esa definición para incluir la venta de ropa de marca europea o estadounidense. La ropa usualmente entra a Cuba en las valijas de viajeros cubanos que, aprovechando otra reforma que eliminó los permisos de viaje, van al exterior y compran ropa para venderla en sus casas.
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Este es el resumen del artículo "Cinturón, espejo, freno" publicado en Enero 11, 2014 en la revista The Economist.
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