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Defendiendo el ring | 
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| Ha sido un verano de descontento en Argentina. En diciembre de 2013, las fuerzas policiales en 20 de los 24 distritos del país se declararon en huelga en protesta por los bajos salarios devengados, lo que ha provocado la peor racha de pillajes desde la crisis de 2001. Luego una ola de calor afectó los servicios eléctricos en la ciudad de Buenos Aires durante la temporada vacacional, dejando a miles de personas a oscuras durante más de dos semanas. Una combinación de apatía política y fragilidad económica de nuevo ha planteado interrogantes acerca de la precariedad de la posición del país.
Hace unos meses las cosas parecían estar mejor. Después de atravesar una cirugía cerebral y estar de reposo por seis semanas, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner regresaba a trabajar con aplomo durante el mes de noviembre del año pasado. En primer lugar, ella sacó de su gabinete a algunos de sus ministros más ineficaces. Luego le dio luz verde a una oferta de US$ 5 mil millones para compensar a la petrolera española Repsol por la nacionalización de YPF, otra petrolera, en el año 2012. La Sra. Fernández incluso se quitó el ropaje de luto que había utilizado desde la muerte de su esposo Néstor en 2010.
Pero es más fácil deshacerse de la ropa de luto que de las penas que atraviesa Argentina, entre ellas, una fuerza policial en huelga. Aunque los sueldos de los funcionarios policiales no son bajos, éstos son devorados por la ingente inflación, cuya tasa los economistas privados estiman en un 25% y va en aumento. Tras haber visto a la policía ganarse aumentos de sueldo por declarase en huelga, otros empleados en el sector público bien pudieran hacer lo mismo. Los trabajadores ferroviarios y los sindicatos de docentes están exigiendo aumentos salariales en alrededor de un 30% en 2014.
En cuanto a los cortes de energía, el inusual clima cálido no fue el único factor. Las tarifas de gas y electricidad han sido reducidas artificialmente desde el año 2002, cuando Eduardo Duhalde, el entonces presidente de ese país, les prohibió a los proveedores de energía del sector privado que cobraran más. Además, las mejoras a la decadente red eléctrica de Argentina han sido pospuestas. Las empresas de energía dependen de los subsidios del gobierno, estimados en unos US$ 11 mil millones en 2013, para poder cubrir sus costes.
La clase política de Argentina ya tiene los ojos puestos en las elecciones presidenciales de 2015. La Sra. Fernández brilló por su ausencia durante el período de cortes de energía al estar de vacaciones en la Patagonia. Sus propias ambiciones ahora sólo se pueden extender a entregarle los problemas del país a un sucesor. Eso dependerá de qué tan bien Argentina maneje sus reservas internacionales. A finales de 2013, esas reservas habían caído a US$ 30 mil millones; el déficit energético de Argentina alcanzará los US$ 9 mil millones este año, dijo un consultor de energía.
Para asegurarse de que el nivel de reservas internacionales no se seque completamente, el gobierno necesitará de una buena cosecha en 2014 y de unos agricultores estáticos. La agricultura es una fuente crucial de dólares, la cual representó la mayor parte de los US$ 10 mil millones en impuestos por exportaciones del país durante el año 2013. Pero los impuestos son un punto sensible para los agricultores que luchan contra el aumento de los costes y un peso argentino sobrevaluado. Los grupos agrícolas casi echaron abajo al gobierno de la Sra. Fernández en 2008 al retener las ventas de sus productos. La repetición de esta táctica fracasó en 2013 debido a que muchos pequeños productores no podían darse el lujo de renunciar a sus ingresos. Argentina puede no estar en una crisis absoluta, pero está muy lejos de ser estable.
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Este es el resumen del artículo "Defendiendo el ring" publicado en Enero 11, 2014 en la revista The Economist.
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