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Cómo empobrecer el mundo unos US$ 600 millones



Revista: The Economist
Tema: Comercio exterior
Fecha: Febrero 2014
Si el libre comercio no es priorizado por líderes que entiendan sus amplios beneficios, será erosionado por el estrecho nacionalismo económico. Si el presidente de EUA, Barack Obama (que parece estar rindiéndose al proteccionismo de su propio partido), no puede devolver a los demócratas a lo sensato, el mundo perderá su mejor oportunidad en dos décadas de una explosión de liberalidad, una señal de que EUA ha dejado de defender la economía global abierta, al igual que ha retrocedido en su política exterior. Obama hizo poco para promover el libre comercio en su primer periodo, pero luce más audaz en el segundo. Lanzó a EUA a ambiciosos acuerdos con grandes economías del Pacífico y con la Unión Europea, reactivando las conversaciones sobre el comercio global. Se creó un ímpetu; el trabajo constante y el sacrificio pagaron dividendos. El progreso pareció más posible en otras áreas, como la liberalización del comercio de servicios y tecnología informática, y la reducción de barreras para el intercambio de “bienes y servicios ambientales” que hará más barata la restricción de las emisiones de carbón.

El Congreso debe aprobar los acuerdos comerciales y los presidentes anteriores tenían la ventaja de poder obtener un voto simple de sí o no (vía rápida), que evita que se destrocen los acuerdos cuidadosamente negociados con enmiendas tóxicas. Ningún país entrará en conversaciones serias con EUA sin esa “vía rápida”. La última subvención del gobierno comenzó en 2002 y expiró en 2007. Obama confió en que el Congreso la renovaría, pero muchos políticos, sobre todo demócratas, se opusieron y la Casa Blanca pareció darse por vencida sin mucha pelea, lo que hace poco probable un voto por vía rápida antes de noviembre. Esta reacción solo pudiera ser otra pieza de politiquería de Washington: algunos optimistas afirman que después de las elecciones de medio término, el Congreso apoyará la vía rápida, a condición de que Obama permita algún lenguaje formal en el proyecto de ley, como una reprimenda a China por manipular su moneda. Otros se preguntan si los acuerdos de comercio son tan vitales. La idea de que no van a hacer mucho por la economía es una excusa para que los demócratas minen a su presidente.

Hay grandes acuerdos en la mesa. Se estima que la Colaboración para el Comercio e Inversiones Trasatlánticas (TTIP) y la Colaboración Transpacífica (TPP) podrían impulsar la producción anual mundial en US$ 600 mil millones, de los que unos US$ 200 mil millones se acreditarían a EUA. Y las verdaderas ganancias podrían ser aun mayores. Los acuerdos darían vía libre al comercio en los servicios, ayudando a reducir el costo de todo, desde los embarques hasta la banca, la educación y la salud. Pero aun una corta demora podría ser fatal para ambos acuerdos. Los líderes de Europa dudarían del compromiso de EUA, dado cuan débilmente ha luchado Obama por la vía rápida. Alemania podría decidir que no vale la pena luchar por los acuerdos comerciales.

Pero el riesgo mayor es que el impulso político en EUA se orientó contra el libre comercio, y será difícil de revertir. Algunos republicanos se oponen a la vía rápida por no otorgarle a Obama más autoridad, mientras que para los demócratas, el nacionalismo económico sería una manera fácil de seguir promocionándose como el partido opuesto a la desigualdad, y una vez comprometidos con esa causa en noviembre, no votarían por lo contrario en el Congreso. Obama tiene algo de culpa por esto. Se queja de la desigualdad, pero no explica por qué la retirada de EUA del mundo sería la forma incorrecta de enfocarla. No hay nada inevitable con la globalización. Los gobiernos han puesto barreras antes, y pueden hacerlo de nuevo. Lo alarmante es cuando EUA, el principal sitio de una economía global abierta, da señales de aislamiento. Recientemente el Congreso se negó a honrar un acuerdo sobre el aumento del compromiso de EUA con el FMI. La Reserva Federal presiona nuevas regulaciones bancarias que pudieran penalizar a los bancos extranjeros y balcanizar las finanzas globales. Obama sigue demorando la aprobación de un oleoducto crítico desde Canadá y es lento en conceder los permisos para exportación del gas natural de EUA.




Este es el resumen del artículo "Cómo empobrecer el mundo unos US$ 600 millones" publicado en Febrero 2014 en la revista The Economist.

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