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El veredicto del medio tiempo |
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| Los ganadores de la Copa Mundial de Fútbol no se conocieron sino hasta el 13 de julio. Pero antes de esa fecha, el torneo ya era un éxito deportivo. Los empates, especialmente en partidos sin goles, fueron sumamente raros. No se habían anotado tantos goles por partido en la fase de grupos de la Copa del Mundo desde el año 1958. ¿Qué hay fuera de la cancha?
Comience con la economía de Brasil. En general, los economistas están de acuerdo que los grandes eventos deportivos tienen un efecto insignificante sobre la producción. El dinero para la amada bonanza de infraestructura de los políticos no brota por arte de magia; es desviado de otros lugares. La productividad además decae. Se decretaron feriados en algunos días de partidos con el fin de disminuir la presión sobre el tambaleante sistema de transporte público. Antes del juego Brasil-Camerún el 23 Junio, por ejemplo, Brasilia fue una ciudad fantasma; para ahorrarles a los fanáticos un colapso inevitable del tráfico, las instituciones públicas y empresas privadas dejaron salir a sus trabajadores temprano.
La Federación de Comercio de São Paulo calcula que las pérdidas como resultado podrían haber llegado a los 30 mil millones de reales (US$ 14 mil millones), casi tanto como la inversión total que se hizo para la Copa del Mundo. Los ingresos relacionados con el turismo, de los que el Gobierno estimó en 6,7 mil millones de reales, no compensarán estas pérdidas.
Las ciudades anfitrionas sí consiguieron algunas nuevas infraestructuras (a pesar de que muchos cuestionan si eran del tipo que necesitaban con suma urgencia). Natal obtuvo un vistoso aeropuerto. Los taxistas en Recife dicen que el tráfico ha disminuido gracias a un nuevo viaducto que une el norte y el sur de la ciudad. Brasilia, Curitiba y Salvador les construyeron nuevas autopistas a sus aeropuertos.
No todo esto estuvo listo a tiempo, lo cual fue un tema recurrente en las ciudades anfitrionas. De los diez proyectos de movilidad urbana en Curitiba por la Copa, tan solo el correspondiente a la carretera del aeropuerto había sido completado. Sin embargo, los fanáticos del fútbol no pueden quejarse. A excepción del tráfico en São Paulo o en las calles levantadas de Natal, ellos se enfrentaron a pocos obstáculos. Los vuelos salieron a tiempo y los autobuses llevaron a los aficionados a las sedes de los partidos.
Si alguien se está anotando puntos son los gobiernos locales. Los habitantes de Salvador atribuyen las ganancias de infraestructura en su ciudad a Antônio Magalhães Neto, un alcalde nuevo cuyo partido Demócratas es parte de la oposición nacional. Los residentes de Recife le dan crédito a Eduardo Campos, quien renunció como gobernador de Pernambuco para enfrentarse a la presidenta, Dilma Rousseff, durante el mes de octubre de 2013 por la correcta comprobación de los estadios y del transporte público. Pero la Copa del Mundo demostró que todo se trató principalmente de fútbol. Es simplemente un antiguo juego divertido.
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Este es el resumen del artículo "El veredicto del medio tiempo" publicado en en la revista The Economist.
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