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Puro cambio



El modelo básico de la industria eléctrica era mandar altos voltajes a largas distancias a clientes pasivos. La principal preocupación de las compañías era suministrar el fluido y satisfacer los picos de demanda. La mayoría de los países eran islas energéticas, con poca conexión con otros sistemas. Ese modelo está cambiando. Ahora, gracias a la nueva tecnología, la demanda también puede ser ajustada para garantizar el suministro, y la estructura de energía se haciendo más complicada, lo que cada vez más implica mandar la energía a bajos voltajes en distancias cortas, usando programaciones flexibles: lo opuesto al modelo tradicional. Las estaciones energéticas y redes aún juegan un rol, pero no un rol dominante, pues tienen que competir con nuevos participantes, u otros ya existentes haciendo nuevas cosas. La electricidad más cara en cualquier sistema energético es la consumida durante el pico, así que, en lugar de comprar capacidades de las estaciones energéticas que operan sólo para satisfacer la demanda del pico, se está pagando a los consumidores para no usar la electricidad en ese tiempo.

La gran interrogante para las compañías de demanda-respuesta son los términos en que ellos compiten con los generadores tradicionales. Expertos señalan un fallo en el mercado: las compañías que generan la energía, también la suministran. Su interés es vender según la demanda del pico y a precios de pico, lo opuesto al interés del cliente. Pero los días del modelo integrado vertical del suministro de energía están contados. Gracias a una abundante energía solar, el mercado de energía se parece cada vez más a la economía de internet, donde los costos marginales son cero. Esto mina la sola idea de mercados mayoristas de electricidad. El futuro modelo será mucho más fragmentado. Los generadores independientes, más los nuevos participantes, están ya revolucionando la forma en que es vendida y usada la electricidad. La combinación de generación distribuida e intermitente, almacenamiento más barato que nunca y consumo cada vez más inteligente ha creado una perfecta tormenta para los servicios públicos, que están atascados con los costos de mantenimiento de la red y la satisfacción de la demanda en el pico, pero sin los medios para hacer que el consumidor pague por eso adecuadamente.

Para sorpresa general, la demanda está declinando, a medida que la energía se usa más eficientemente. Los políticos y reguladores son insensibles, haciendo que los servicios públicos paguen por la electricidad generada por los activos de otra gente, tales como los paneles de luz solar, para mantener felices a los verdes. A la vez, las nuevas compañías energéticas no necesitan mucha infraestructura. Su ventaja competitiva descansa en algoritmos, sensores, reciclaje de energía y buen marketing, y los servicios que ofrecen acaban con el modelo de negocios de los servicios públicos, muchos de los cuales están pidiendo a los reguladores que impongan un recargo fijo mensual a los consumidores, en lugar de dejarlos pagar tarifas variables. Como irse completamente de la red involucra comprar una gran cantidad de almacenamiento costoso, la apuesta es que los consumidores deseen pagar una tarifa mensual para descansar en los servicios públicos cuando lo necesiten.

Los consumidores están resistiéndose a esos esfuerzos. Pero la mayor amenaza es que los grandes consumidores (y los pequeños que quieran unir fuerzas) pueden seguir su propio camino y combinar generación, almacenamiento y respuesta a la demanda para manejar sus propios sistemas energéticos, a menudo llamados “microrredes”. Pueden mantener una sola conexión de alta capacidad de gas o electricidad con el mundo exterior en favor de la seguridad, pero aún manejar todo por ellos mismos río abajo. La introducción de nuevas formas de usar la electricidad de forma eficiente y barata a través de un mejor diseño, tecnología de procesamiento de datos y cambios en el comportamiento, es un enfoque que podría recortar la demanda pico de energía en los países industrializados en un 20%. Eso sería bueno, tanto para los consumidores como para el planeta.




Este es el resumen del artículo "Puro cambio" publicado en en la revista The Economist.

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