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No tiene que ver contigo, Cristina | 
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| Muy pocos argentinos dudan de que los servicios de inteligencia del país necesitaban ser replanteados. Pero casi nadie está satisfecho con lo que sucedió. El 26 de enero la presidente Cristina Fernández de Kirchner apareció en la televisión para anunciar que propondría una ley para eliminar la Secretaría de Inteligencia (SI) argentina y reemplazarla con un nuevo ente cuyos directores serían nombrados por ella y aprobados por el senado.
Esto sucedió mientras el SI está al centro del furor que desató el asesinato de Alberto Nisman, un fiscal que había acusado a Fernández y a otros funcionarios gubernamentales de tratar de encubrir las investigaciones del atentado terrorista a un centro judío en Buenos Aires en 1994. La presidente, que niega las acusaciones, no tardó en decir que se había tratado de un suicidio. Luego, dio a entender que había sido un asesinato a manos de agentes de inteligencia.
Pero los argentinos, algunos de los cuales salieron a la calle tras la muerte de Nisman, no consideran a Fernández una reformadora confiable. Nadie sabe realmente qué sucedió. Las sospechas de que el gobierno estuvo involucrado en el asesinato no han podido ser apaciguadas.
La propuesta de Fernández no mejorará las cosas, pues el nuevo ente de inteligencia quedaría bajo la mano del fiscal general, que es abiertamente oficialista. Algunos grupos que propugnan por los derechos civiles consideran que esta potestad se le debería otorgar a la Corte Suprema.
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Este es el resumen del artículo "No tiene que ver contigo, Cristina" publicado en en la revista The Economist.
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