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Por qué es mejor ser un jefe beta que un jefe alfa |
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| Cualquiera que haya asistido a una reunión de trabajo sabe cómo se desarrollan en general. Los extrovertidos monopolizan el diálogo, marginalizando la opinión de los demás. Por su parte, los introvertidos va al otro extremo, suprimen sus ideas en favor de otras voces más dominantes. Pero también están los ambivertidos, que habitan ese lugar que yace entre aquellos dos extremos. Los ambivertidos saben instintivamente cuándo hablar y cuándo hacer silencio. Esta es una destreza esencial en el mundo de hoy en día.
Este modelo es explorado por Dana Ardi en La caída de los alfas: La nueva manera beta de conectarse, colaborar e influir, donde sugiere que los líderes comerciales deben deshacerse de los modelos tradicionales de jerarquía y control (lo que ella llama la "cultura alfa") en favor de un enfoque más horizontal e inclusivo.
Según Ardi, la cultura alfa emergió en la Era Industrial y se cristalizó en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Fue así que las organizaciones adoptaron un modelo militar en donde el general (o CEO) emite órdenes que deben ser acatadas por tenientes, sargentos y soldados. Pero, según Ardi, este enfoque ya no funciona.
"Los líderes contemporáneos son betas", señala Ardi. "Saben escuchar, entienden cómo sacar lo mejor de las organizaciones y cómo cuidarlas, y tienen una gran capacidad comunicativa. Estos líderes no imponen sus decisiones sino que se aseguran de que cada integrante de la organización exprese sus ideas y participe".
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Este es el resumen del artículo "Por qué es mejor ser un jefe beta que un jefe alfa" publicado en en la revista Entrepreneur.
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