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El valle de los tipos |
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| A Silicon Valley le gusta pensar en sí mismo como la propia personificación de la meritocracia, pero este espíritu se desvanece cuando se trata del sexo femenino. Tiene participación de mujeres de perfil alto, pero alrededor de la mitad de las compañías tecnológicas comercialmente públicas de EUA, incluyendo a Twitter, tienen consejos de dirección completamente masculinos. La participación de la mujer en empleos de software y computación cayó de un 34% en 1990 a 27% en 2011.Según estudios, de las firmas de alta tecnología creadas en 2004, solo el 1% fue fundado por mujeres y la proporción de socias en las firmas de capital de riesgo de EUA declinó, de un 10% en 1999, a un 6% en 2014. La escasez de liderazgo femenino en empresas tecnológicas es debida en parte a una cuestión de suministro. En 1985, las universidades de EUA concedieron el 37% de sus títulos universitarios en ciencias de computación e información a mujeres; para 2010 había disminuido a solo 18%.
Sin embargo, en la mayoría de las otras áreas de la educación superior, las mujeres han obtenido grandes logros. Actualmente hay 140 mujeres graduándose de la universidad por cada 100 hombres, y la cantidad con Máster en Administración de Empresas se ha quintuplicado desde 1970. Y en las universidades de EUA, hay una aproximada paridad entre los dos sexos en física, matemáticas y biología. Esto sugiere otra explicación para la escasez de talentos: la cultura. Los críticos de Silicon Valley dicen que es un club de varones, no solo dominado por hombres, sino perfilado por rituales de adhesión masculina. E realidad son dos clubes de varones unidos en uno (el club de fraternidad de hombres ricos y el club nerd de programadores de computación). El Valley está en peligro de ser atrapado en un ciclo auto reforzado: un estudio de Harvard muestra que las capitalistas de riesgo femeninas rinden menos que sus colegas masculinos en alrededor de un 15% cuando son pocas, pero la diferencia desaparece cuando aumentan en número y reciben asesoramiento formal.
Algunos allí han comenzado a hacer esfuerzos para resolver su problema de sexismo. Microsoft, Facebook e Intel han hecho compromisos públicos con la diversidad y han designado ejecutivos encargados de mejorar esto en sus firmas. El caso de Ellen Pao, que en marzo perdió su juicio por discriminación sexual contra su anterior empleador, la firma de capital de riesgo Kleiner Perkins Caufield & Byers, le agregó urgencia al problema. Las compañías de Silicon Valley están muy ocupadas reclutando asesores de recursos humanos para asegurarse de no ser atrapadas en el futuro en casos legales. La pregunta no es si asumirán el problema en los próximos años, sino cuán bien lo harán. El mayor riesgo es que las figuras líderes del Valley simplemente le pasen el problema a un montón de “asesores sobre diversidad”. Y no importa cuán brillantes sean ellos en la identificación de sesgos inconscientes y esquemas de cuotas, puede ser que dominen muy poco las virtudes que convirtieron al Valley, a pesar de sus fallos, en el mayor centro de creación del mundo.
Si el trabajo se deja en manos de gente de afuera, se presentarán con un ejercicio burocrático regulatorio que reprima la creatividad del Valley; o una remodelación de las relaciones públicas que haga poco por el avance de las oportunidades de la mujer. Los consejos de dirección de muchas otras industrias han entendido el fuerte argumento de negocios, así como las razones morales, de darles a las mujeres igualdad de oportunidades. Lo verdaderamente complicado en el Valley es que las asociaciones de capital de riesgo, así como las empresas nacientes que ellos apoyan, a veces funcionan mejor cuando están dirigidas por un grupo de socios bien entretejido, y hoy la mayoría de estos círculos son masculinos, y es difícil para las mujeres introducirse en ellos. La cultura impregnada de testosterona del Valley necesita cambiar para enfrentar esto sin perder la “esprit de corps” que parece esencial para el éxito. Hay una guerra por los talentos entre las firmas tecnológicas; es tonto dejar de lado la mitad de la base potencial de talentos.
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Este es el resumen del artículo "El valle de los tipos" publicado en en la revista The Economist.
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