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El creciente desierto de Chile está tragándose a la capital del país |
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| Santiago, una ciudad de 7 millones de personas, a 1.000 kilómetros (622 millas) del desierto de Atacama, está experimentando su año más seco desde 1966. Poca o ninguna nieve ha caído en las montañas de los Andes que proporcionan la mayor parte del agua de Santiago. Según expertos, las zonas climáticas se están moviendo hacia el sur y es probable que Santiago se mueva hacia una condición desértica o semidesértica. Esto probablemente se debe al calentamiento global y no hay señales de que vaya a aminorar. A solo 300 kilómetros hacia el norte, los granjeros de los alguna vez fértiles valles de los ríos Choapa y Limari, que han vivido de la agricultura por generaciones, están viendo cómo se destruyen sus huertas y se pierde su ganado, y en algunos casos abandonan sus hogares debido a que los pozos se secan y las vías fluviales se enlentecen hasta hacerse un hilo.
Cerca del origen del río Limari, el embalse Paloma (el mayor de América Latina para la irrigación) está vacío. Las puertas de los conductos de salida están cerradas, y la poca agua que queda no llega a la represa y la mayor parte del depósito es solo tierra seca y agrietada. La imagen se repite 30 kilómetros más allá en el embalse Cogoti. Alrededor de los valles de los ríos, los campos están llenos de tocones de los una vez productivos árboles de aguacate y plantaciones de almendras. Las vides de uvas están cubiertas de tallos secos. Desde 2010, Santiago ha recibido solo un tercio de sus precipitaciones promedio a medida que el fenómeno de La Niña ha bloqueado que los frentes climáticos se muevan desde el sur, aunque esta puede no ser la única razón. Los expertos sospechan que algo más está sucediendo porque la situación ha sido demasiado persistente y por demasiado tiempo.
Santiago no se comporta como una ciudad a punto de ser tragada por un desierto. Se ven piscinas en las áreas ricas, sistemas automáticos de riego de céspedes y los jardines están llenos de árboles apropiados para un clima más húmedo. Arriba, en las montañas que dominan la ciudad, la sequía ha tenido su impacto. El pasado año, Anglo American Plc, perdió 30,000 ton de producción de cobre en su mina Los Bronces cerca de Santiago, en parte debido a la escasez de agua. Alimentado por la nieve derretida de 1.000 glaciares andinos, el Río Maipo suministra la mayor parte del agua a la capital. El otro río, Mapocho, ha “colapsado, siendo escasamente un hilo lo que entra en la ciudad. Aguas Andinas, el mayor servicio de agua de Chile, pudiera mantener el agua corriente de Santiago por un año más si el embalse Yeso tuviera 50 millones de metros cúbicos para octubre. Con una capacidad de 220 metros cúbicos, Yeso actualmente contiene 120 metros cúbicos. La política de la compañía es comprar todos los derechos al agua posibles, todo lo que puedan alquilar o pactar con los granjeros. No han ahorrado en costos. Mucho de este gasto va a pozos que representan alrededor del 15% del suministro de agua de Santiago, una inversión que se está compensando, ya que los pozos se están secando.
Con La Niña cambiándose por El Niño en la región este año, se pronostica que las lluvias van a retornar a Santiago en julio. La cuestión es en cuánto y por cuánto tiempo.
Mientras Santiago, depende del agua de los glaciares desde la última era del hielo, que no van a durar muchas más décadas.
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Este es el resumen del artículo "El creciente desierto de Chile está tragándose a la capital del país" publicado en en la revista Business Week.
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