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La emoción del descongelamiento | 
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| El presidente de EUA, Barack Obama, ha abierto un montón de oportunidades tras su dramático anuncio el 17 diciembre del año pasado sobre la relajación de restricciones en los viajes y el comercio entre su país y Cuba. Abogados, ejecutivos de viajes, banqueros, agricultores y magnates de la tecnología, entre ellos los altos directivos de Google, se dirigen a la isla para analizar nuevas oportunidades de negocio en un futuro post-embargo.
A pesar de la emoción, los obstáculos que enfrentan el comercio y las inversiones siguen siendo enormes. El acuerdo anunciado el 17 diciembre abrió una grieta en el bloqueo comercial: éste les permitió a más estadounidenses visitar Cuba sin permisos especiales, gastar más dinero y enviar más remesas. También les permitió a bancos y compañías de telecomunicaciones adoptar medidas para poder operar en Cuba.
Aunque el embargo estadounidense todavía prohíbe la mayoría de la actividad comercial y de inversión, y esto solo podrá ser eliminado por el Congreso. Antes de que sea levantado, sostienen abogados expertos en la materia que deberán ser pagados al menos unos US$ 7 mil millones en reclamaciones de ciudadanos y empresas que perdieron sus propiedades después de la revolución.
Tres tipos de empresas estadounidenses buscan entrar a Cuba por medio de tres rutas diferentes. Las primeras son empresas familiares, principalmente cubano-americanas con interés personal en el desarrollo de la isla. Éstas han estado activas en Cuba todo este tiempo, visitando parientes y desembolsillando dinero (ilegalmente) para sus empresas recién creadas. La flexibilización del embargo le ha dado un gran impulso a este tipo de empresas. Muchos de estos pequeños comerciantes se pueden encontrar en Hialeah, un suburbio de la ciudad de Miami.
El segundo tipo son empresas más grandes esperando aprovechar mayores intercambios de viajes e información. Durante el mes de febrero Netflix, una compañía que permite transmitir películas por internet, dijo que iba a lanzar su servicio en Cuba. A pesar de que la compañía advirtiera que pocos cubanos poseen conexiones de banda ancha o acceso a tarjetas de crédito, las personas que regresan de Cuba dicen que algunos astutos nativos se han suscrito a Netflix y convirtieron sus casas en salas de cine informales para así sufragar los gastos.
La tercera ruta, o llevar las más grandes marcas estadounidenses a Cuba, es la más difícil. Los funcionarios cubanos tiemblan de tan solo pensar que habrá un McDonald's en el centro de La Habana. Las aerolíneas estadounidenses están deseosas de iniciar vuelos regulares a Cuba, pero primero ambos países deberán firmar un nuevo acuerdo de servicio aéreo. Al negociar eso, afirman los abogados, Cuba deseará asegurarse de que sus propios aviones no sean incautados en EUA como compensación por pérdida de propiedad estadounidense confiscada durante la revolución. Eso puede probar ser tan difícil como levantar el embargo.
El entusiasmo ante riesgos evidentes sugiere un elemento de fe ciega. "Si no vemos a los cubanos avanzar hacia un régimen de comercio e inversiones extranjeras más liberal, se verá desaparecer una gran parte de este entusiasmo", dice Ricardo Herrera de Cuba Ahora, un grupo de defensa pro-Cuba. Sin embargo el progreso, aunque lento, probablemente sea imparable. El gobierno cubano puede llegar a ser tan dependiente de los dólares estadounidenses como sustituto de la reducción de la ayuda en forma de subsidio petrolero proveniente de una Venezuela sacudida por la crisis que no le quedará más remedio que continuar llevando a cabo reformas. La administración Obama ha aumentado las expectativas de una manera tan astuta que ahora parece impensable que haya un retroceso, dicen los visitantes.
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Este es el resumen del artículo "La emoción del descongelamiento" publicado en en la revista The Economist.
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