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A la cabeza de la revolución del esquisto en Latinoamérica |
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| Mucho antes de que fuera nombrado presidente de la petrolera estatal argentina YPF, Miguel Galuccio aprendió una valiosa lección. Un colega ingeniero suyo le insistió que para poner un pie en la puerta del sector petrolero y gasífero era necesario estar en el campo, no en el laboratorio. Así que Galuccio se unió a YPF –en el campo en un principio, surgiendo paulatinamente hasta ser nombrado director de operaciones de la petrolera en Indonesia, en el año 1998. Cuando Repsol adquirió YPF, un año más tarde, Galuccio se unió a Schlumberger, una empresa de servicios petroleros establecida en Houston, donde pasó a crear una división integrada de proyectos de gestión. Galuccio actualmente se encuentra tras el premio mayor: lograr que su país sea independiente a nivel energético.
Para Galuccio, el objetivo más importante que tanto él como la Presidente Cristina Fernández de Kirchner habían acordado, fue el de construir una compañía que combinara lo mejor del sector público con lo mejor del sector privado de una manera ambiciosa. ¿Pero cómo se ejecuta eso? ¿Cómo se puede construir una empresa que funcione correctamente, al estilo de una privada, pero que al mismo tiempo tenga el poder de ser alineada con el gobierno, con el sector público, con las necesidades de un país? Esas fueron las preguntas críticas para ser respondidas.
Probablemente el mayor reto inicial fue juntar al equipo. Galuccio se trajo a un montón de gente del extranjero –argentinos que habían sido expuestos a una carrera internacional. Y se las arregló para traer gente proveniente de una amplia gama de sectores, no solo del petrolero y el gasífero, que han aportado mucho a la compañía hasta la fecha.
Galuccio creó un plan de 100 días. Delineó lo que sería el ADN de la empresa y lo discutió con el gobierno solo para asegurarse de que el mismo estuviera alineada con éste. Había tres elementos principales. En primer lugar, la empresa se iba a manejar profesionalmente, en términos de integridad y de cómo se toman las decisiones. Galuccio habló mucho acerca de la creación de una "meritocracia" cuando obtuvo el puesto, solo para asegurarse de que las personas comprendieran que van a ser valoradas por los resultados que ellas generen ante todo.
El segundo elemento es que la compañía tendría un sentido nacional, mientras que el tercero es que cada una de las actividades a la que YPF se dedique creará valor para sus accionistas –todos sus accionistas. Si YPF se manejara con estos tres elementos, Galuccio piensa que básicamente cumplirá los objetivos y también creará la conexión correcta entre el sector privado y el sector gubernamental.
Ahora bien, si YPF puede intensificar lo que está haciendo, no solo como empresa sino como industria, e incorpora a más jugadores, entonces el próximo auge de esquisto mundial sucederá en este país. Y Argentina tiene el potencial para ser independiente a nivel energético y convertirse en un exportador neto. No es cuestión de si los recursos están aquí. Si lo están. La cuestión es cuán rápido pueden ser desarrollados. La cuestión es cuándo. Pero el potencial existe. No se trata de ciencia ficción.
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Este es el resumen del artículo "A la cabeza de la revolución del esquisto en Latinoamérica" publicado en en la revista McKinsey Quarterly.
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