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Un problema menos |
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| La captura de Saddam ha sido un logro para Estados Unidos, pero todavía el camino hacia un Irak estable está lleno de obstáculos. George Bush ha aprendido en el trayecto que las celebraciones parecen siempre prematuras, porque existen miles de trampas escondidas. Es por eso que últimamente escoge sus discursos con mayor cuidado, tanto para dirigirlos a los iraquíes como a sus ciudadanos norteamericanos. Se espera que el suceso pueda debilitar la resistencia que aún prevalece en el país para reconstruir las instituciones de poder.
Bush está tratando de contener la euforia con miras a lo que puede ser un período largo de enfrentamientos en Irak, liderados por grupos de guerrilla todavía a favor del ex dictador. No se trata del juego tradicional de bajar las expectativas para magnificar futuros triunfos. Su grupo de trabajo ha comenzado a concientizar la enormidad de la tarea y darse cuenta de que el paso a la democracia podría originar un nuevo conflicto liderado por las tribus o agrupaciones étnicas que sienten como derecho gobernar al resto. Los ataques anti americanos podrían recrudecerse y los radicales islámicos podrían aumentar sus esfuerzos por reclutar suicidas portadores de bombas. En vista de ello, ya el general Richard B. Myers, ha anunciado a los medios que las tropas norteamericanas podrían permanecer en Irak unos cuantos años más.
Por otra parte la captura de Saddam puede tener sus ventajas. Estados Unidos podría capitalizar en avances de inteligencia ahora que los nacionales saben que el líder no regresará, restituyendo así cierto orden en el país. Dos días después del evento se produjo un nuevo acuerdo con naciones europeas para reprogramar la deuda iraquí de US$ 127 billones. Por otra parte un Irak más equilibrado podría bombear más crudo y así estabilizar los precios del petróleo.
En Irak sin embargo la confianza sólo podrá instalarse con la culminación del caos en materia de legalidad, acompañada por el aumento de fuentes de trabajo y servicios básicos. Adicionalmente para acelerar el proceso, se necesita ejecutar los proyectos de reconstrucción de infraestructura. En cuanto al potencial político de Bush, las encuestas sobre su gestión mostraron un aumento de seis puntos porcentuales de apoyo, dándole un 58%, pero los analistas temen que los números caigan si persisten los temores sobre la estabilidad en Irak. Hasta ahora la detención de Saddam está disminuyendo considerablemente el pesimismo sobre la misión. En una encuesta llevada a cabo por Wall Street Journal/NBC News, 62% de los encuestados dijo que la guerra con Irak había hecho a Estados Unidos más seguro, en contra de un 32%. En septiembre ambas cifras eran de 52%-43%.
Finalmente la reelección de Bush dependerá de si “somos o no exitosos en estabilizar la situación política y económica de Irak”, tal como indicó el congresista Cal Dooley. Puede que la angustia, el derramamiento de más sangre, y la desilusión estén todavía entre el Presidente y la percepción de una cercana estabilidad. Pero al menos ya la cosa no parece tanto una Misión Imposible.
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Este es el resumen del artículo "Un problema menos" publicado en Diciembre 29 en la revista Business Week.
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