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Por qué personas inteligentes hacen cosas no-éticas: qué hay detrás de otro año de escándalos corporativos |
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| Knowledge@Wharton habló con expertos en ética para entender por qué últimamente Estados Unidos ha sido testigo de los desmanes de mayor alcance en los primeros años de un nuevo siglo, entre tantos, el escándalo de las compensaciones de Grasso en la Bolsa de Nueva York o las actividades que derrumbaron a Enron y WorldCom.
Pueden considerarse muchos factores, entre ellos las tentaciones inherentes a las enormes cantidades de dinero manejadas por las corporaciones y las firmas de Wall Street durante los años noventa; las prácticas de compensación que estimularon pensamientos cortoplacistas al unir las pagas de los ejecutivos con los precios de las acciones de una empresa; el arrogante sentido de tener derecho y la voluntad altiva de querer llevar las prácticas del negocio al límite; un entendimiento erróneo de por qué existen las empresas; un creciente desapego de los clientes o consumidores; herramientas contables, financieras y técnicas para las cuales no se han desarrollado lineamientos éticos y juntas directivas que bajo la somnolencia de la negligencia, permitieron tales comportamientos y en muchos casos los aprobaron.
Thomas Donaldson, un experto en ética del departamento de estudios legales de Wharton y el historiador del área de negocios Paul Tiffany, quien enseña gerencia también en Wharton, coinciden en que el período actual es sólo la cima de un ciclo que se repite. El país ha presenciado períodos de escándalos, seguidos por nuevas leyes y regulaciones para reparar las conductas, solamente para continuar otra vez, después de un período de descanso, con nuevos comportamientos antiéticos.
Donaldson explica que puede haber dos detonantes: uno es la llegada de un entorno económico depresivo que viene después de un lapso de euforia y el segundo lo constituyen las innovaciones en tecnología o instrumentos financieros. Es lo mismo que pasa en medicina. Tiffany apunta además que se trata de una brecha entre las instituciones pequeñas y descentralizadas del siglo XVIII y las grandes corporaciones a finales del siglo XIX. Las grandes empresas cambiaron la manera de hacer las cosas. Se creó un nuevo sentido de responsabilidad social y se idealizó al gerente como la persona en la cual se podría confiar, que haría las cosas correctamente y no abusaría del interés público. Además se dio la separación de la posesión de la empresa y el control de la misma, mediante la junta de accionistas. Los gerentes podían tener el control aunque no tuvieran acciones en la organización.
Lawrence Zicklin, presidente de la firma Neuberger Berman, considera otro elemento particularmente en el caso de los escándalos relacionados a los fondos mutuales. Para él ha habido una separación del cliente y la empresa. Muchas instituciones en Wall Street no ven clientes sino números de computadora que los representan. Además menciona como factores la hiper competitividad como naturaleza del negocio de los fondos mutuales y la capacidad de los ejecutivos de forzar los límites éticos a su favor.
En algunos escándalos, la gente se dejó llevar por la tentación de hacer más dinero, pero no por riqueza sino por imagen. El profesor Thomas W. Dunfee, alega además que no se trata del dinero como tal sino que las personas envueltas en los escándalos no llegan a reconocer el asunto ético que está en juego tras la conducta. Otra explicación es que el poder transmite cierto sentimiento de estar autorizado para hacer cualquier cosa. Incluso aquellos mejor pagados piensan que su desempeño es tan excepcional, que no están suficientemente compensados.
Berenbeim expone que la auto ilusión también ha jugado papel importante en los últimos excesos, tal como pasó en la era de las punto com que hizo que aún las personas más inteligentes pensaran que el mundo había entrado en una era donde poco importaban las ganancias en comparación con la excitación de participar en empresas que se iniciaban y en modelos dudosos de negocios.
R. Edward Freeman, director del Olsson Center for Applied Ethics en la Universidad de Virginia, dice que no hay nada nuevo sobre escándalos corporativos y nada ha sido enmendado tampoco. Se sigue prestando atención al valor del accionista y al valor de la gerencia. Pero realmente la buena gerencia es prestar atención a los clientes, ser un buen ciudadano en la comunidad. Su idea es que se tiene que volver a las raíces. Lo real o verdadero es que los negocios son una vía de cooperar para crear un valor que de otra manera nadie puede crear por sí mismo.
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Este es el resumen del artículo "Por qué personas inteligentes hacen cosas no-éticas: qué hay detrás de otro año de escándalos corporativos" publicado en Dic 17 a Ene 13 en la revista Knowledge @ Wharton.
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