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Cazando a Disney |
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| Durante este mes, la empresa de TV y cable más grande de EE UU, Comcast, hizo una oferta para comprar Disney por un valor de unos US$ 66 billones. Se esperan otras ofertas y, para muchos, esto significa que los días del presidente ejecutivo de la empresa de entretenimiento, Michael Eisner, están contados.
Hay que hacer notar que Comcast no ha sido, precisamente, un modelo de buena gerencia. Cuando se fusionó con la sección de cable de AT&T en el 2001, sus accionistas, la familia Roberts, lucharon por retener el control efectivo sobre un tercio de las acciones. Michael Armstrong, para entonces jefe en AT&T, fue nombrado presidente. Tales arreglos hacen resaltar la importancia de la oferta de Comcast. Los noventa se definieron como una era de uniones arregladas, algunas de ellas fueron exitosas, otras no, pero de todas trajeron como consecuencia el atrincheramiento de la gerencia junto a los vicios que esto genera.
La oferta de Comcast para comprar Disney anuncia el retorno de las tomas hostiles, seguro la tendencia será bienvenida. Ello coincide con lo que parece ser una actitud más exigente entre los reguladores estadounidenses, después de una década de tranquilidad. La SEC tiene sus propios proyectos para redistribuir el poder entre los jefes y sus juntas directivas. Ya Eliot Spitzer, el conocido fiscal de New Cork, ha iniciado una campaña en contra de la paga excesiva a los ejecutivos. Los políticos han expresado su descontento aprobando el Acta de Sarbanes-Oxley, que ha cargado aún más de obligaciones a las juntas directivas. Incluso, en Delaware, un juzgado acordó que procedía la demanda de un accionista, alegando que los miembros de la junta de Disney habían sido negligentes al permitir una compensación exagerada que Eisner dio a su amigo, Michael Ovitz, pese a su mala gerencia como presidente de la empresa. EE UU cambia cuando hay consenso para ello, y puede que ahora se esté dando el momento.
La batalla Comcast-Disney ha hecho aparecer otro elemento importante y contradictorio. Mientras que los jefes corporativos necesitan mayor vigilancia y restricción, los negocios de medios en los cuales estas dos firmas operan actualmente necesitan menos regulación. Esto apunta directamente a quienes se oponen a las grandes fusiones y que esgrimen como argumentos: que la concentración de propiedad restringe la diversidad y debilita la democracia, y que la unión de las empresas de contenidos de medios con las distribuidoras incrementa el poder de los dueños y no de los espectadores, lectores y escuchas. La propuesta de Comcast entraría seguramente en esta segunda categoría. Pero la amenaza es el avance cada vez mayor de la tecnología digital que está cambiando totalmente los modelos de negocios de la mayoría de las empresas. El rango de alternativas se está ampliando. Por tanto, desde un punto de vista de política pública, no hay mucho que temer por la oferta de Comcast y por las que puedan seguirle.
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Este es el resumen del artículo "Cazando a Disney" publicado en Febrero 17, 2004 en la revista The Economist.
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