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¿Una cuestión de justicia? |
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| El nivel de la pobreza global es un escándalo. Pero, deplorar la “injusticia” económica no ayuda en nada. Cientos de millones de personas en todo el mundo se ven forzadas a vivir en la más abyecta de las pobrezas. Una pobreza tan aguda, que los afortunados que viven en Estados Unidos o Europa, o en las zonas industrializadas de Asia, no son capaces de entender. Ciertamente, la gente en Occidente suscribe el imperativo moral según el cual todos, incluyendo los Gobiernos, deben brindar alivio a los más pobres. Pero, qué tragedia que muchas de las almas caritativas que responden con mayor ahínco a dicho imperativo, traigan siempre a colación un análisis del todo contraproducente. Estas tienen razón cuando dicen que la pobreza es inconcebible en una era de abundancia. Pero se equivocan al suponer que los ricos disfrutan de sus privilegios a expensas de los pobres. Es decir, que la pobreza es inseparable de un sistema, el capitalismo, en el que prospera la injusticia. El argumento es, más o menos, el siguiente: si tan sólo nosotros en Occidente no fuéramos tan ricos, codiciosos y ambiciosos, el problema de la pobreza global estaría ya medio resuelto.
Los pueblos y Gobiernos occidentales deberían prestar atención al llamado a la compasión y responder con políticas que ayuden a los pobres del mundo. Expresado así, el impulso igualitario es bienvenido y merece ser cultivado. Pero, tomar en cuenta a los pobres desde un punto de vista meramente compasivo, como cualquier buen marxista haría, no tiene nada que ver con el interés por una “justicia” económica.
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Este es el resumen del artículo "¿Una cuestión de justicia?" publicado en Marzo 13, 2004 en la revista The Economist.
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