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Un matrimonio que hay que arreglar |
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| Colombia y Venezuela han tenido una historia exitosa de integración comercial. Ojalá la política no la eche a perder. Venezuela es para Colombia lo que ahora se ha dado por llamar un socio estratégico. Es decir, es un socio muy importante en lo económico y en lo comercial. Fue precisamente por ese motivo por el cual, apenas se creó el Ministerio de Comercio Exterior, a principios de la década de los noventa, Venezuela se convirtió en la prioridad de la estrategia de integración de Colombia a los mercados internacionales.
¿Por qué Venezuela? Porque era el país con el más alto ingreso per cápita de la región; porque su tradicional dependencia del petróleo la convirtió en una gran importadora de muchas de las manufacturas y productos en los que nosotros podíamos ser competitivos con una preferencia arancelaria; porque nuestras economías se complementaban en numerosos frentes; porque fortalecer la integración y el comercio contribuiría a mejorar nuestras relaciones en otros campos; y, porque era el vecino más importante y con el cual –en ese momento– teníamos las mejores relaciones. Rápidamente, Venezuela se convirtió en el segundo mercado más importante para Colombia después de Estados Unidos, y viceversa. Para sólo citar una cifra: las exportaciones de Colombia hacia Venezuela subieron de 450 millones de dólares en 1991 a 1.750 millones de dólares diez años más tarde. Empresarios colombianos comenzaron a invertir en Venezuela y los venezolanos, en Colombia. Era tal el auge, que en los primeros años fuimos señalados como un ejemplo de integración exitosa entre dos países en desarrollo.
Luego, la llegada del Coronel Chávez al poder no sólo frenó sino que reversó el proceso de integración con Colombia y con el resto de la región. Su indiferencia frente a la Comunidad Andina, el incumplimiento continuo de muchas de sus normas, y su hostilidad ante cualquier negociación con los Estados Unidos, ha complicado mucho las relaciones comerciales entre los dos países y las posibilidades de jugar juntos en los diferentes escenarios. A todo esto se le suma el deterioro de la actividad económica venezolana, una devaluación del bolívar de una magnitud inimaginable hace unos años, y las restricciones oficiales al pago oportuno de las importaciones. Por supuesto, el intercambio comercial se vino abajo y se perdió buena parte de un esfuerzo que sólo le reportaba beneficios a los pueblos de estas dos naciones hermanas.
Pero Venezuela sigue y seguirá siendo un socio estratégico. Todas las condiciones que se tuvieron en cuenta para fortalecer la integración económica y comercial entre nosotros siguen vigentes y sólo hay que esperar a que las circunstancias políticas permitan que impere nuevamente la razón. Ya se demostró que, si se trabaja mancomunadamente y se facilita la complementación de los sectores productivos, la “sinergia” funciona y los resultados son buenos. ¿Qué se puede esperar del futuro cercano? La verdad, no mucho. Colombia se embarcó, junto con Perú y posiblemente Ecuador, en la negociación con los Estados Unidos. Chávez ha querido mirar más bien hacia el sur por razones políticas. Esto pondrá a prueba a la Comunidad Andina y sería una gran torpeza permitir que desaparezca, como sugieren algunos.
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Este es el resumen del artículo "Un matrimonio que hay que arreglar" publicado en Febrero 2004 en la revista Revista Poder.
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