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Más corrupción |
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| Desde el 11 de septiembre, Estados Unidos se ha vuelto más sensible a las amenazas de su entorno. Caso particular es el de la corrupción latinoamericana, que parece haber perdido su activo más preciado en territorio estadounidense: la visa. El Departamento de Seguridad ha estado tras los activos de extranjeros sospechosos de corrupción en sus propios países y ya se han comenzado investigaciones que involucran a personas de ochos países.
El caso más sonado ha sido el de Byron Jerez, hombre de confianza de Arnoldo Alemán, ex presidente de Nicaragua. Ambos han sido acusados de apropiarse de más de US$ 100 millones de los fondos públicos y haberlos llevado a Miami. Los investigadores ahora han volcado su atención a otros dos líderes latinoamericanos: Gustavo Noboa, quien fuera presidente de Ecuador; y Alfonso Portillo, ex presidente de Guatemala. Algunos representantes oficiales y ejecutivos bancarios de la República Dominicana, que estuvieron implicados en el colapso del Banco Intercontinental el año pasado, también están bajo escrutinio.
En cuanto a la opción de revocación de la visa, esta herramienta está incluida en el Acto Patriótico, una serie de medidas de la administración Bush. En el pasado, sólo podría hacerse en casos de tráfico de drogas, pero ahora se tiene un espectro más amplio de delitos que pueden ser penados por este medio. No se conoce el número exacto de visas que se han negado, aunque algunas fuentes indican que la lista “sigue creciendo”. La razón por la cual se tomaron acciones ahora y no antes es que la corrupción y la inestabilidad que esta genera, podrían ayudar a los terroristas a comerciar armas o lavar dinero. Un segundo argumento tiene que ver con un replanteamiento de la política de ayuda externa de Washington (no se quiere gastar el dinero de contribuyentes en regímenes dudosos).
Los críticos de Estados Unidos argumentan que la nueva política, cualquiera sea la motivación, ha llegado tarde a un continente con una corrupción casi endémica. No obstante, algunos no están satisfechos, y consideran que la única manera de atacar el problema de lavado de dinero es perseguir a las instituciones financieras que permiten las transferencias de dinero sucio. “El decomiso de la propiedad no basta,” dice Charles Intriago, un ex fiscal federal que ahora publica el boletín Money Laundering Alert, “A menos que el gobierno no persiga también a los estdounidenses que manejan dinero sucio, el mensaje nunca logrará llegar”.
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Este es el resumen del artículo "Más corrupción" publicado en Abril 10, 2004 en la revista The Economist.
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