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La gran mano de los más grandes | 
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| Tras un accidente aéreo en el que Carlos Pellas, presidente del Grupo Pellas de Nicaragua, y su esposa resultaron gravemente heridos, la familia decidió construir una unidad para niños quemados. Como resultado, surgió la Asociación Pro-Niños Quemados de Nicaragua (Aproquen), que funciona en un hospital de Managua y que se vale de galas benéficas para financiar su funcionamiento. Otro de los proyectos benéficos de este grupo, la Unidad de Quemados que funcionará junto al nuevo Hospital Metropolitano, se inaugurará en mayo.
La unidad de quemados creada por los Pellas es un ejemplo de lo que los empresarios latinoamericanos están haciendo para aliviar las necesidades de sus comunidades. En México, por ejemplo, de la mano de Lorenzo Servitje, la fundación de la panificadora Bimbo ayuda a productores rurales. Por su parte, Televisa facilita trasplantes de córneas o regala computadoras cada vez que un jugador de la primera división local de fútbol anota un gol. En Venezuela, la Fundación Cisneros, orienta su trabajo a brindar mejores herramientas educativas en toda la región.
En el caso de Brasil, 59% de las empresas desarrolla algún tipo de acción social. En 2000, el sector privado invirtió US$ 2.500 millones en ellas. El caso más activo es el de Fundação Bradesco, creada por el banco homónimo. Con un presupuesto anual de US$ 34 millones, y 48 años de vida, mantiene 39 colegios, de los que han egresado 490.000 alumnos. En Argentina, la empresa de alimentos Arcor tiene una fundación dedicada a la niñez y la adolescencia. Actualmente destina fondos a siete programas propios y cuatro en alianza con otras entidades, todos en el área educativa. En 2003, Arcor y sus aliadas financiaron 200 proyectos para 175.000 niños, con una inversión de US$ 2,2 millones.
La responsabilidad social parece estar en pleno crecimiento, impulsada básicamente por el escrutinio de los medios y la sociedad. En Colombia también se tiene el caso de la Fundación Mario Santo Domingo, antes llamada Fundación Barranquilla, perteneciente al Grupo Bavaria, cuyos primeros años fueron de promoción y ayuda a entidades. Con el financiamiento de programas a microempresarios y el ingreso de Pablo Obregón Santo Domingo, sobrino de Julio Mario Santo Domingo, el presidente del grupo, la entidad dejó de ser meramente filantrópica para ser una fundación operativa, desde hace 20 años. “Nuestro objetivo es crear la capacidad local de trabajo social y generar microempresarios”, señala Obregón, quien se califica como un representante de la filosofía empresarial colombiana. “A ella debo mi vocación social”.
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Este es el resumen del artículo "La gran mano de los más grandes" publicado en Abril 2004 en la revista América Economía.
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