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Encendiendo la llama de la invención |
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| Nathan P. Myhrvold dejó Microsoft hace cuatro años. Según este, todas las grandes organizaciones carecen de motivación para invertir en proyectos fuera de su habitual línea de producción. En otras palabras, no se estimula la invención, el esfuerzo para aislar los problemas nuevos y generar soluciones inesperadas. Es por esto que se ha propuesto en su empresa Invention Science, conformar un semillero de ideas donde el equipo se sienta libre para desplegar innovaciones en tecnología, biotecnología y nanotecnología, tres campos que Myhrvold ve como íntimamente relacionados. En los últimos meses ha contratado inventores, abogados y expertos en patentes que puedan facilitar el paso de las ideas al mercado. La empresa no tiene otra misión que inventar lo que los creadores consideran que debería ser inventado.
Pero Myhrvold no es el único que ve el valor de la colaboración interdisciplinaria enfocada en la invención como meta primaria. De hecho, en los últimos tiempos han aparecido proyectos parecidos al suyo, como: Walker Digital o Invent Resources. Además, esta nueva tendencia se ha pasado también al mundo corporativo como en el caso de Generics Group de Inglaterra donde se paga a los ingenieros para que dediquen parte de su tiempo en proyectos personales. La creencia de tales empresas es que a la gente creativa la favorece un entorno de libertad para encontrar las respuestas a los problemas que son de su interés.
Myhrvold pronostica lo que denomina la nueva era de crecimiento exponencial, en la cual las tecnologías convergentes traerán impredecibles pero importantes cambios. Para él la invención es el nuevo software y el nuevo clima que se genera para favorecerla es el resultado de cuatro tendencias principales. La primera de ellas es el renacimiento de la invención fuera de las paredes corporativas (el regreso de los investigadores solitarios). Ahora con los laboratorios de las grandes corporaciones enfocados cada vez más en productos con ciclos de vida a corto plazo, muchos ven la gran oportunidad para las pequeñas empresas y los grandes investigadores que desarrollen proyectos con impacto a largo plazo.
La segunda tendencia tiene que ver con los capitalistas de riesgo, quienes ahora se han vuelto más selectivos e insisten en que las empresas que respalden tengan invenciones relevantes, patentadas, que sean capaces de proteger sus creaciones de la competencia. La atención dedicada a la invención se está convirtiendo en algo más riguroso en todas las áreas de la tecnología. En tercer lugar, se tiene que Internet y otras herramientas de comunicación están facilitando nuevas conexiones globales. Ahora los inventores desde cualquier parte son capaces de poder revisar las bases de datos de invenciones patentadas, acceder a especificaciones técnicas en línea y contar con equipos de colaboración en línea.
Una tendencia adicional es que se descarta la idea de la invención accidental. Myhrvold y otros han descubierto que los descubrimientos por azar son raros y generalmente sirven para justificar por qué los investigadores se desviaron de lo que supuestamente deberían hacer. La mayoría de las historias relacionadas omiten el hecho de que estos investigadores estaban agudamente atentos, intentando deliberadamente inventar nuevas cosas todo el tiempo.
La invención ahora se reconoce como un proceso más enfocado y deliberado, llevada a cabo por personas especialmente buenas en encontrar nuevas soluciones y que generalmente piensan de manera diferente a como lo hacen los investigadores típicos o los técnicos.
En cuanto a la habilidad para convertirse en inventor, según el psicólogo Daniel Gilbert, cualquiera puede serlo, ya que el ser humano posee una corteza prefrontal que funciona como un simulador de experiencia. “Tenemos experiencias almacenadas en nuestras cabezas antes de que intentemos probarlas”. Con práctica, casi todo el mundo puede aprender la visualización y otras habilidades de alto nivel de pensamiento que pueden ayudar a crear nuevos conceptos y traducirlos a tecnologías prácticas”. El creador Jay Walker, fundador de Walker Digital, de priceline.com y dueño de más de 200 procesos de patentes en varias áreas, coincide con esta visión. “¿Puede cualquier persona llegar a ser un pianista, un chef o un catador de vinos?”, se pregunta. “Por supuesto. Cualquiera con una inteligencia promedio puede hacerlo, pero toma años y años entrenar el cerebro para hacerlo bien. La invención trabaja de la misma manera”.
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Este es el resumen del artículo "Encendiendo la llama de la invención" publicado en Mayo 2004 en la revista Technology Review.
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