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Traigan los payasos |
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| Ser llamado “payaso” no es, ni de lejos, un honor. Tampoco es un objetivo común, a menos que se quiera entrar en el circo. A parte de lo obvio (el maquillaje y los zapatos grandes), todos los payasos se parecen mucho entre sí. Y esto se debe a una sencilla razón: los payasos se inspiran en nosotros. Ellos encarnan, no sin exagerar, lo peor de la naturaleza humana. ¿Acaso es usted un payaso? ¿Trabajo usted con payasos? A continuación, cuatro características de los payasos:
1.- Los payasos ignoran la ciencia. En el acto de un payaso no puede faltar el infructuoso conflicto entre lo real y lo que aquel quiere. Las organizaciones (y los políticos) tienden a creer que la ciencia es opcional. Pero, no lo es. Si se pone un cartel y no funciona, será inútil darle vuelta porque éste, sencillamente, no funciona. Si su industria está cambiando por causa de una novedad tecnológica, no tiene importancia si usted “cree” en la novedad, esta sigue siendo cierta. Podemos contar con toda clase de razones comerciales o tecnológicas para retar a la ciencia, pero negar la realidad de un universo comprobado nunca lleva a resultados positivos. Por ejemplo, Kodak pasó años negando, ignorando o evadiendo la realidad de la fotografía digital y su inevitable impacto en el negocio de las películas fotográficas. Y, cuando anunció, recientemente, que despediría un quinto de su fuerza de trabajo, uno no podía más que gritar: “¡payasos! ¿Se acaban de dar cuenta de que las cámaras digitales los sobrepasaron? Los payasos se rehúsan a medir los resultados, porque esto supone aceptar la realidad de mundo exterior. Las ilusiones no son capaces de reemplazar a la realidad. Sólo los payasos pueden engañarse de esa manera.
2.- Los payasos no planifican. A los payasos les da risa estrellarse contra una pared de ladrillos o correr tras un carro que partió sin ellos. Es cierto, las ardillas y los peces no planifican nada. El ser humano es la única especie capaz de prever, aunque lo hace sólo en ciertas ocasiones. Las personas se sienten felices de utilizar la tarjeta de crédito para disfrutar el presente, y trabajan duro para mantener la ilusión de que todo está bien. Pero, sólo fíjese en las personas que ahora están endeudados hasta el cuello.
3.- Los payasos sobreactúan ante las malas (o buenas) noticias. Todos recordamos a los payasos llorando desconsoladamente tras tropezar o dejar caer un helado al suelo. Estos son los mismos payasos que, luego, se muestran jubilosos ante una buena noticia.
4.- Los payasos no se tratan muy bien entre sí. Desde los Tres Chiflados hasta el cubo lleno de papelillo del Circo de los hermanos Ringling, los payasos son famosos por maltratar a propósito a sus colegas. La mejor manera de causar risa es utilizando unas tenazas, aunque una botella de soda también sirve. ¿Por qué es tan difícil encontrar compañías en las que el jefe se preocupe por los empleados? ¿Por qué es tan difícil encontrar una fuerza de trabajo de la que surja un equipo naturalmente?
Si la payasería es nuestro estado natural (y creo que es así), la alternativa debe ser el antipayaso. El secreto del éxito está en botar nuestro payaso interno, adoptando una amplia visión del mundo. Creo que deberíamos mandarle una nariz roja de espuma a todos aquellos que leen esta revista. Se comprimen fácilmente, así que pueden ser llevadas en la cartera sin problema alguno. Y, cuando usted esté en una reunión y alguien se comporte como un payaso, silenciosamente saque la nariz y póngasela. Imagine el impacto que causaría ante cinco o diez VP, que el CEO tenga la nariz roja.
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Este es el resumen del artículo "Traigan los payasos" publicado en Mayo 2004 en la revista Fast Company.
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