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Alan Turing: ideando las computadoras



Revista: Business Week
Tema: Personajes de negocios
Fecha: Mayo 10, 2004
Autor(es): Andy Reinhardt
En un documento de 1936, el matemático Alan M. Turing, de la Universidad de Cambridge, sentó las bases de las maravillas electrónicas que actualmente se encuentran en casi todos los artefactos de la vida moderna. Este tímido hombre de clase media nació en 1912 y jugó luego un papel esencial en la creación de las computadoras. Aunque muchos contribuyeron en esta tarea, fue Turing quien hizo el gran descubrimiento conceptual. Él invocó la noción de una “máquina universal”, a la cual se le podrían dar instrucciones para realizar muchas tareas. Turing se refería a una máquina en abstracto, su planteamiento de que los datos que alimentaban un sistema podrían funcionar como instrucciones, abrieron la puerta a la invención del software.

Tan básica como pueda resultar hoy en día la noción de Turing, resultó radical para mediados de 1930. Antes de que las primeras computadoras programables se construyeran, Turing se dedicó a la industria de la guerra. Trabajó durante cinco años en el norte de Londres, en Bletchley Park, con algunas de las mentes británicas más brillantes. Después de interminables horas de trabajo pudo, finalmente, revelar el enigma de los códigos usados por los alemanes para enviar mensajes a soldados en tierra y en las embarcaciones.

Turing fue en sí mismo un enigma. En su niñez sobrevivió a un brutal sistema escolar, refugiándose en la excentricidad. Luego, encontraría más paz dedicándose a las carreras de larga distancia. Desde joven se dio cuenta de su inclinación por los hombres pero para ese entonces la homosexualidad estaba completamente censurada, por lo que vivió una vida aún más secreta. Después de la guerra, no obstante, dio más libertad a sus relaciones, por lo que fue acusado, en 1952, de “gran indecencia”. Fue sometido a inyecciones de hormonas femeninas para sofocar sus deseos sexuales y mitigar su potencial riesgo a la seguridad. En 1954 a la edad de 41 años murió repentinamente, posiblemente por haber comido una manzana con cianuro.

Turing no vivió para ver la revolución tecnológica, pero dejó un enorme legado. En 1950 propuso el Test de Turing para medir la inteligencia de las máquinas. Este se basa en que una máquina ha de hacerse pasar por humana en una conversación con un hombre a través de una comunicación de texto estilo chat, si la persona no puede darse cuenta de que interactúa con una máquina, ésta tiene que ser inteligente. Desde 1990, se realiza un concurso para poner a prueba computadoras, pero ninguna lo ha logrado: la recompensa de US$ 100.000 sigue esperando. Sin duda, Turing estaría encantado de ver que muchos ingenieros del mundo todavía intentan pasar su prueba.




Este es el resumen del artículo "Alan Turing: ideando las computadoras" publicado en Mayo 10, 2004 en la revista Business Week.

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