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Chet Carlson: un tenaz creador de imágenes |
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| La infancia del inventor de la fotocopiadora, Chester Carlson, no fue la más alentadora. Sin embargo, su madre se encargó de que cada día se convirtiera en una aventura para el niño. Así, Chester caminaba con libreta en mano, apuntando las ideas que se le ocurrían. A los doce años, dijo a su primo Roy: “algún día haré un gran invento”.
Ese día llegó en 1938 y definitivamente revolucionó el mundo impreso. Carlson, ya frustrado de hacer copias a mano para una firma legal en la que trabajaba, empezó a pensar en una manera para deshacerse del papel carbón y los mimeógrafos de tinta. Pasaron 21 años hasta que su diseño rudimentario se transformara en una máquina copiadora que impulsó la productividad en las oficinas. Pocos vieron el potencial en un primer momento, pero Carlson no abandonó el proyecto. Se graduó en Física y envió 82 resúmenes personales antes de conseguir trabajo en Bell Laboratories. Al cabo de un año, lo habían despedido, pero también para ese momento tuvo su momento de inspiración. Se dio cuenta de que podían utilizarse materiales foto sensibles para poner una imagen sobre papel. Así, en su laboratorio de Astoria, en 1938, tomó una placa de zinc y la frotó con un pañuelo para producir una carga positiva. Puso un vidrio con una frase impresa encima y expuso el conjunto a un bombillo. La parte cubierta por la tinta mantuvo su carga y atrajo el polvo cargado negativamente que él había rociado encima.
Tras algunas demostraciones, más de veinte empresas quisieron contactarlo. Uno de los interesados fue Joseph C. Wilson, CEO de Haloid Co., el antecesor de Xerox Corp. (XRX), que quería competir con el gigante Eastman Kodak Co. y quien, en 1947, empezó a desarrollar una máquina copiadora basada en las patentes de Carlson. Fueron necesarios 13 años más y algunos descubrimientos en materia de toner, lentes y otros componentes, antes de que Haloid pudiera lanzar su 914, una máquina de 2000 libras, para marzo de 1960. Tan elegante era el diseño de Carlson, que no existieron rivales reales hasta finales de los setenta cuando Xerox, anticipándose a posibles cargos por monopolio, ayudó a crearlos, ignorando las infracciones en sus patentes. Carlson, quien recibió como pago acciones de Haloid, se volvió millonario. No obstante, este inventor se mantuvo igual, poco convencional, hasta su muerte en 1968. Trató de destinar su riqueza a la fundación de movimientos en pro de la paz y los derechos civiles.
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Este es el resumen del artículo "Chet Carlson: un tenaz creador de imágenes" publicado en Junio 07, 2004 en la revista Business Week.
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