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El veredicto justo sobre la constitución



Revista: The Economist
Tema: Política
Fecha: 26 Junio, 2004
La tarea de aprobar una nueva constitución por parte de los 25 países de la Unión Europea no es cosa fácil. El texto que se obtuvo el pasado 18 de junio debe ser lo mejor que se ha logrado considerando las necesidades e intereses diferentes de cada país. Algunos países han convocado a consultas nacionales, mientras otros sólo tienen que ratificar el documento mediante sus parlamentos. Pero realmente muchos se harían un favor si rechazan el tratado y optan por presionar para obtener una mejor versión.

El proyecto de una nueva constitución con el objetivo de eliminar o reemplazar los tratados existentes tenía en mente diferentes preocupaciones como: demasiados poderes ejercidos a nivel europeo más que a nivel nacional, carencia de escrutinio democrático e instituciones y prácticas demasiado rígidas y difíciles de entender. Pero de hecho, el nuevo tratado constitucional se enfoca en un genuino pero diferente problema: cómo tomar decisiones más rápidamente en la ahora engrandecida Unión Europea.

Si se mide el nuevo tratado en función de dicho problema, el documento es un éxito, pero el punto o asunto clave de una constitución, no es simplemente hacer más llevadero el proceso de gobierno sino, de alguna manera, todo lo contrario: es asegurarse que el Gobierno se da bajo reglas claras, de manera que sea difícil que éste evolucione en formas que los ciudadanos calificarían de inaceptables. De otra manera, la efectividad podría ser alcanzada a expensas de la legitimidad popular y finalmente tener una repercusión negativa. Allí es donde falla la nueva constitución europea. El nuevo tratado no da a los ciudadanos un sentido de control sobre el proceso del gobierno europeo o la evolución de la Unión Europea.

Las protecciones a la subsidiariedad, asegurando que los asuntos son tratados a su justo nivel, son en el mejor de los casos, débiles, y no existentes, en el peor: los parlamentos nacionales son invitados a hablar si creen que la subsidiariedad ha sido burlada, pero la Comisión Europea está escasamente obligada a tomar nota. Un procedimiento conocido como “freno de emergencia”, permitirá a los Gobiernos que no se sientan a gusto con las medidas en seguridad social o justicia, quedar fuera de ellas, pero la provisión es tan vaga que resulta poco claro cómo trabajará este proceso.

La carencia de subsidiariedad, de control, de cualquier sentido real de estabilidad constitucional son las fallas fundamentales de este tratado. La Unión Europea sí necesita un proceso más eficiente de toma de decisiones para la actual configuración o para la forma futura que tome cuando se sumen más países, pero si los votantes van a sentirse a gusto con tal eficiencia y expansión, también necesitarán una constitución que estabilice y controle el proceso adecuadamente. Tal constitución no puede alcanzarse simplemente por negociaciones intergubernamentales, necesita del respaldo de los votantes. Esa es la razón por la cual el mejor resultado en las diez consultas nacionales que faltan sería un contundente voto negativo.




Este es el resumen del artículo "El veredicto justo sobre la constitución" publicado en 26 Junio, 2004 en la revista The Economist.

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