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Un mundo sin poder |
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| ¿Cuál es la alternativa al poderío global de Estados Unidos? Si Estados Unidos dejara su papel hegemónico, ¿quién lo suplantará? Definitivamente, no Europa ni China ni el mundo musulmán y, ciertamente, no las Naciones Unidas. Desafortunadamente, la alternativa a una única superpotencia no es una utopía multicultural, sino una nueva y anárquica Era Oscura de imperios decadentes y fanatismo religioso; de saqueos endémicos y pillaje en las regiones más alejadas del mundo; de estancamiento económico y de algunos enclaves a los que se retirará la civilización.
¿Por qué podría aparecer un gran vacío a principios del siglo XXI? En primer lugar, porque Estados Unidos está sufriendo un déficit estructural (creciente dependencia del capital extranjero, un ejército pequeño constituido por voluntarios, instituciones republicanas y tradiciones políticas) que limitará su papel cuasi imperial en el mundo y dificultará la posibilidad de establecer un consenso a largo plazo con respecto a cualquier proyecto de nación. En segundo lugar, porque es difícil que un nuevo poder hegemónico reemplace a Estados Unidos: con las tasas de fertilidad en caída y la expectativa de vida en alza en Europa, la demografía disminuirá de seguro la influencia e importancia internacional de la UE; en China, existe una incompatibilidad fundamental entre la economía de libre mercado y el monopolio comunista en el poder; el mundo musulmán está tan dividido como siempre y carece de los recursos para ser una superpotencia.
¿Cómo sería un mundo no polarizado? Es preciso regresar a los siglos IX y X para encontrar un período no polarizado. En esta época, el poder de Roma y Bizancio retrocedió, mientras que los poderes imperiales asiáticos, entre estos el chino, estaban declinando o atravesando un período de transición. La debilidad de los imperios trajo como resultado un mundo dividido en civilizaciones inconexas y cerradas sobre sí mismas: la antítesis de la globalización. Este mundo no polarizado era muy susceptible a convulsiones producto de diferencias religiosas, e incursiones militares llevadas a cabo por los pueblos más atrasados.
¿Un mundo no polarizado podría producir una época parecida a dicha Era Oscura? A pesar de la existencia de instituciones supranacionales como las Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional, entre otras, es característico de nuestra época una tendencia no hacia la unificación global de las instituciones, sino al contrario: la humanidad ha entrado en un período más signado por la desintegración que por la integración. Así pues, mientras que el intercambio libre de información y bienes fortalecen corporaciones multinacionales y ONG, el libre intercambio de de tecnología destructiva fortalece organizaciones criminales y células terroristas. La tecnología ha transformado la producción, pero también ha mejorado la destrucción; de modo que, hoy en día, no sólo es posible saquear una ciudad, sino arrasarla.
Por más de dos décadas, la globalización ha elevado los estándares de vida en todo el mundo. Si la globalización se revirtiera, traería consigo depresión económica, terrorismo, aislamiento, entre otros. Los críticos no deberían ver en la pérdida de la hegemonía global de Estados Unidos el nacimiento de una nueva era de armonía multipolar, o el regreso a un poderío mundial mejor balanceado. La alternativa a la unipolaridad es el vacío de poder. Fuerzas mucho más peligrosas que la rivalidad entre grandes potencias se beneficiarán de este no tan nuevo desorden.
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Este es el resumen del artículo "Un mundo sin poder" publicado en Julio-Agosto 2004 en la revista Foreign Policy.
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