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Innovación imitativa |
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| Vivimos en un mundo en el que prácticamente se adora la innovación. Esta es vista en el mundo de los negocios no sólo como algo deseable, sino como una necesidad para que la compañía crezca y sobreviva. Sin embargo, cabría preguntarse: ¿La innovación es tan prometedora como la pintan? Un breve vistazo alrededor nos convencerá de que, a pesar de la gran cantidad de nuevos productos que aparecen en el mercado día a día, la verdadera fuerza que impulsa la novedad no es la innovación, sino la imitación. Por ejemplo, IBM entró al mundo de la computación gracias a la imitación; RCA entró al negocio de los televisores a través de la imitación, etc. De hecho, la imitación es endémica mientras que la innovación es más bien escasa. Los “nuevos” productos no ganan notoriedad por que hayan aparecido recientemente en el mercado, sino por la estridencia de la gran cantidad de imitadores.
En términos generales, es posible distinguir dos formas de innovación: primero, en cuanto algo no ha sido hecho nunca antes; segundo, en cuanto algo no ha sido hecho antes por la industria o la compañía que lo está haciendo. Estrictamente hablando, se da “innovación” sólo en el primer caso. Esta distinción es importante porque revela el modo de invertir en Investigación y Desarrollo de una compañía. Mientras que la creación de novedad, en el sentido estricto, comporta una gran inversión de tiempo y recursos humanos, sin garantías de éxito; la innovación “imitativa” supone una carrera en contra del reloj, con el fin de adaptarse lo más rápido posible a la industria a la cual se pertenece.
Es preciso lograr un balance entre innovación e imitación. Las compañías deben reconocer la dificultad de mantener el liderazgo de la innovación en sus respectivas industrias. Ninguna empresa, independientemente de su determinación, cuenta con lo recursos necesarios para mantenerse a la cabeza del proceso creador de la industria a la que pertenece e imponerse a la competencia constantemente. De aquí la necesidad de imitar.
Gracias a la imitación, es posible disminuir al máximo los posibles riesgos derivados de un nuevo producto. Por lo general, la imitación es lenta porque la competencia espera a ver la suerte que corre un nuevo producto que ha sido lanzado al mercado. Sin embargo, el truco es imitar lo suficientemente rápido como para adelantarse a los demás competidores mientras los márgenes de ganancia sean holgados.
En este sentido, las compañías deberían desarrollar un plan de “innovación imitativa”, que permita poner en marcha en un plazo de tiempo conveniente las estrategias de innovación. Esta es una aproximación mucho más realista frente al desarrollo del mundo comercial de nuestros días.
Publicado originalmente en Harvard Business Review, en sep/oct de 1966
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Este es el resumen del artículo "Innovación imitativa" publicado en en la revista Harvard Business Review.
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