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La opción de Bolivia |
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| Las recientes consultas en el panorama boliviano han dejado claro que el ciudadano está consciente de que la energía es la llave para su futuro. Pese a lo confuso del referéndum y a las altas cifras de abstención, se eligió la prosperidad. Los políticos no parecen haber entendido el mensaje y dudan sobre los resultados de la consulta por lo que han propiciado algunos nuevos enfrentamientos. Si la diatriba continúa, no puede esperarse nada más que violencia y más pobreza, tragedia inexcusable, dado que Bolivia está situada sobre 55 billones de pies cúbicos de reservas de gas natural, más que suficiente para impulsar al boliviano común hacia el siglo XXI.
Los bolivianos han tropezado con una simple ecuación: en un mundo con poca energía, las fuentes energéticas pueden ser la llave para el crecimiento y desarrollo. Aunque esta no es la manera ideal para crear empleos, es una buena alternativa para generar recursos financieros. El problema es que la corrupción, la mala gestión y la ineficiencia, han convertido a la mayoría de los países petroleros en Estados benefactores. O, incluso peor, en pobres Estados benefactores. Pero, por otra parte, sin los recursos, estos países nunca hubieran tenido la oportunidad de desperdiciarlos.
Realmente, Bolivia no está solo. Las Américas, desde Canadá hasta Argentina, están inundadas de hidrocarburos, al menos en relación a la demanda regional. El área podrá no tener recursos energéticos a la escala del Medio Oriente, pero tampoco tiene las profundas y asentadas rivalidades políticas, el terrorismo engendrado, ni el problema palestino. Incluso con la enorme demanda de Estados Unidos, se tiene el potencial para crear un mercado energético estable y autosuficiente. Lo que está faltando es algo que se asemeje a una estrategia coherente que incluya el financiamiento, desarrollo y distribución de infraestructura, seguridad, un diálogo equilibrado entre productores y consumidores e inventarios estratégicos, entre otras cosas.
Técnicamente, tal estrategia sería relativamente fácil de definir; políticamente, el esfuerzo podría ser una panacea. Pero, es posible que la combinación de inestabilidad creciente en el Medio Oriente, el aumento inevitable de la demanda energética de Estados Unidos, así como su paranoia sobre el terrorismo islámico, y la desesperada necesidad de América Latina de financiar una nueva estrategia de crecimiento, podrían ser suficientes para persuadir a los gobiernos de las Américas a pensar racionalmente sobre sus entrelazados futuros económicos- y el uso de la energía como la columna de esta nueva estrategia.
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Este es el resumen del artículo "La opción de Bolivia" publicado en Agosto 2004 en la revista América Economía.
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