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El mito del gerente bien educado |
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| El buen desempeño de un gerente no viene determinado totalmente por los estudios formales que haya realizado. La razón de esto está en que el conocimiento necesario para un buen desempeño no se obtiene en las Universidades sino a través de la experiencia. Si bien es cierto que, al menos en un principio, las personas con una mejor formación son las más solicitadas y las que mejor ganan, algunos estudios han demostrado que a un cierto punto la carrera de los mismos se estanca y hasta queda truncada por personas que han aprendido de un modo más práctico.
Los programas formales de educación suelen hacer énfasis en las habilidades necesarias para la resolución de problemas y la toma de decisiones, que requieren de lo que los psicólogos llaman “comportamiento de respuesta”. Este tipo de comportamiento es el que permite a la persona obtener buenos resultados en los exámenes académicos, aun cuando no utilice en su carrera futura nada de lo aprendido.
En este sentido, más importantes son las habilidades relacionadas con el descubrimiento de los problemas que deben ser resueltos. Según los psicólogos, este tipo de habilidades dependen del llamado “comportamiento operacional”, normalmente relacionado con el éxito laboral. La mera resolución de problemas comporta lo que podríamos llamar la “parálisis del análisis”, porque a los aspirantes a gerentes sólo se le pide que defiendan y expliquen sus argumentos, pero no que actúen de acuerdo con las decisiones tomadas o que planifiquen la implementación de sus decisiones de un modo que sea viable.
La clave de este problema está en la capacidad de aprender de la propia experiencia. Sin embargo, muy pocas personas logran convertirse en verdaderos líderes o gerentes. La mayoría incluso es incapaz de aprender de su propio desempeño. Así pues, ¿cuáles son las características de las personas que aprender a gerenciar efectivamente? Existen tres características fundamentales:
1. Necesidad de gerenciar: sólo aquellas personas interesadas realmente en influenciar el desempeño de los demás, y disfrutarlo, son capaces de aprender a gerenciar.
2. Necesidad de dominio: antes se creía que la consecución de altos cargos gerenciales se debía a la “necesidad de logros”, pero hoy en día los psicólogos creen que es más importante el sentimiento de dominio experimenta la persona.
3. Empatía: es la capacidad de lidiar con las emociones y reacciones que surgen cuando la gente trabaja en equipo.
Finalmente, los aspirantes a gerentes se enfrentan con dos obstáculos fundamentales en su aprendizaje: la educación formal, al menos en los términos planteados hoy en día, incapaz de enseñar las habilidades necesarias; y, la carencia de aptitudes gerenciales. En este sentido podemos hablar del mito del gerente bien educado.
Publicado originalmente en Harvard Business Review, en enero-febrero de 1971
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Este es el resumen del artículo "El mito del gerente bien educado" publicado en en la revista Harvard Business Review.
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