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Los crecientes problemas de China |
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| Desde que Deng Xiaoping lanzó su política de “puertas abiertas” en 1978, China ha experimentado la etapa de creación de riqueza más rápida de la historia. Su ingreso per cápita ha crecido más de siete veces y 400 millones de personas han salido de la pobreza crítica. No obstante, esta transformación conlleva un precio a pagar. El Estado se ha retirado de la protección de la agricultura y de varias áreas de la industria y el comercio, dejando a muchos ciudadanos desempleados y sin saber qué hacer. Esto hace necesario pensar en políticas encaminadas a enmendar tales situaciones.
Uno de los problemas que ha aparecido es el de la salud. El sistema de protección de este sector ha colapsado, amenazando lo que hasta ahora había sido uno de los mayores logros del Partido Comunista, la expectativa de vida en muchas regiones. Algunas enfermedades que habían sido erradicas han vuelto. El déficit presupuestario no puede ser cubierto con los impuestos y por ende el sistema de salud ha sido la víctima. Las clínicas y los hospitales se han visto forzados a subir sus tarifas y la mayoría de la gente que ya no está empleada por el Gobierno no puede afrontar el gasto. Los seguros casi no existen fuera de las grandes ciudades, por lo que la más pequeña enfermedad pone a las familias en situación de deuda.
La contaminación es otro ingrediente. Con la industrialización y la elevación del nivel de vida, es mayor la degradación ambiental. Pero estos obstáculos no frenan el crecimiento desmesurado de China y tampoco las autoridades dejan a un lado sus responsabilidades en el asunto. En materia ambiental se ha invitado a las firmas extranjeras a aportar su grano de arena. Y en salud, la reciente amenaza del SARS alertó a los dirigentes sobre el peligro de un servicio de salud precario.
Lógicamente, resolver estos problemas no es un proceso rápido, fácil o libre de costos. De una u otra manera, el Gobierno necesita tomar algo de las ganancias que la gente ha hecho en los años de bonanza. E, instintivamente, la gente sí parece entender que en la nueva China la habilidad de enriquecerse también conlleva responsabilidades individuales: la tasa de ahorro se ha convertido en una de las más altas del mundo. Mientras los ciudadanos tengan mayor capacidad de contribuir y de pagar para cubrir servicios que el estado solía brindar, también tendrán más necesidad de saber en qué se gasta su dinero. Puede que los líderes de la China comunista estén en camino de resolver problemas como la salud y la contaminación, pero habrá que ver cómo responden a las solicitudes de responsabilidad. Las cortes y los medios de comunicación pueden hacer parte de la tarea. Pero de democracia (la mejor fórmula de responsabilidad) no hay la señal más ligera hasta ahora.
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Este es el resumen del artículo "Los crecientes problemas de China" publicado en Agosto 21, 2004 en la revista The Economist.
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