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Dentro de la máquina de dinero |
Revista: FortuneTema: FinanzasFecha: Septiembre 09, 2004 Autor(es): Bethany McLean |
| Los últimos escándalos del mundo financiero hacen ver al mítico Wall Street sórdidamente humano. Pero existe un lugar intocable por ahora, Goldman Sachs. La firma es la única de los gigantes que ha sobrevivido por 135 años, lejos de las catástrofes financieras y las megafusiones. Y hoy en día parece ser más poderosa que nunca. Su desempeño habla por sí sola, desde 1996 su base de equidad ha crecido a una proporción anual de 22%, mientras los réditos han crecido 15%.
No obstante, en torno a la organización se escuchan muchos rumores, como que sus días de gloria se han ido, que no merece el aura que la acompaña y que su CEO Henry "Hank" Paulson será el último porque la firma será vendida. Obviamente, hay muchas interrogantes sobre su futuro. La empresa salió a la oferta pública hace sólo cinco años. En un mundo donde los inversores piden transparencia, Goldman es algo opaca. No hay manera de que un externo sepa exactamente cómo hace dinero la firma. La incertidumbre se refleja en las acciones que ahora se venden por US$ 85, cifra bastante baja. En consecuencia, la institución ha estado bajo mucha presión para abrirse al conocimiento público.
Dentro de las oficinas de Goldman no es precisamente el lujo lo que predomina. Desde hace unos años los despidos han sido frecuentes y departamentos como la banca de inversión se han extinguido. Aunque la empresa es líder de mercado en adquisiciones y fusiones, el área se ha reducido como dependencia debido a la carencia de negocios. No obstante, la empresa todavía mantiene un equipo de 20.000 personas. Sus ejecutivos, aunque pudieran ufanarse de tener poder, dinero y prestigio, contradictoriamente parecen no considerar nada como seguro de antemano. Goldman no tiene monopolio, más bien enfrenta una fuerte competencia en cada una de las áreas de negocio que maneja. La alta gerencia es abierta, asequible, pero con la intensidad que nace de la ambición. De hecho, el legendario Sidney Weinberg, quien fue presiente de Goldman desde 1930 a 1969, no fue un hombre que nació bajo la riqueza.
Los socios son electos cada dos años. En la actualidad hay 253 personas que reciben un salario de US$ 600.000 por año y acciones. Al parecer en la empresa se trabaja bastante duro. A los clientes se les llama antes de que cualquier otro en Wall Street haya pensado en hacerlo. Pero lo que realmente hace a Goldman es su capacidad para llevar toda la codicia individual, la ambición y, si acaso, la paranoia, a un trabajo en equipo genuino. La empresa, según sus voceros, atrae a gente buena y ésta a su vez atrae a más gente buena.
Se podría pensar que una cultura como ésta requiere un líder inspiracional, pero Goldman no tiene uno. Paulson ha dicho que él no lo es. Nunca ha vendido una acción excepto para donar las ganancias a alguna obra de caridad. Este gerente se califica como un hombre sin vicios que además no tiene planes de abandonar su cargo. Sin embargo, para el 2003 un ejecutivo llamado Lloyd Blankfein, se convirtió en una posibilidad para la sucesión de Paulson. Blankfein fue el primero y único empleado desde la IPO en ser llamado a la junta directiva de Goldman y en diciembre de ese año se convirtió en jefe de operaciones de la firma. Todos coinciden en que este personaje es visiblemente inteligente. Tiene el temperamento y el carisma del cual carece Paulson. Es audaz pero encantadoramente humilde. Quién sabe si será el próximo líder a cargo de Goldman.
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Este es el resumen del artículo "Dentro de la máquina de dinero" publicado en Septiembre 09, 2004 en la revista Fortune.
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