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El poder de escuchar |
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| Miles de empresas pequeñas tienen culturas imaginativas y orientadas a sus empleados, incluyendo política de libros abiertos. La novedad es que ahora, algunas de ellas le permiten a sus empleados votar - empresas verdaderamente democráticas.
A los empleados se les pide que voten en asuntos como seleccionar el proveedor de seguro médico, políticas disciplinarias, si despedir o no a gerentes, qué equipos adquirir, o en qué invertir.
El problema, como muchos políticos ya han aprendido, es que la democracia es un proceso costoso, inpredecible, y difícil de controlar. En una empresa, tiene importantes desventajas; una de las principales es el tiempo y costo necesario para investigar las distintas opciones disponibles, y comunicarlas a los votantes. Otra es decidir cuales asuntos son susceptibles al voto y cuales no.
Con tantos inconvenientes, muchos se preguntan para qué molestarse y romper las reglas tradicionales. La democracia va más allá de ser amables con sus empleados – es una forma de moldear la empresa de forma que haga las diferentes, como sus competidores no pueden hacerlas. Además, hace sentir a los empleados una gran pasión por su organización; aunque los beneficios de la pasión son difíciles de medir, son reales.
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Este es el resumen del artículo "El poder de escuchar" publicado en Marzo 2003 en la revista Inc.
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