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Aprendiendo a querer a Lula |
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| El gobierno de Lula ha ganado reconocimiento mundial por su sensible (aunque políticamente difícil) programa económico. Mediante la estabilización y la reforma de algunas estructuras y leyes, el mandatario espera bajar las tasas de interés, crear más fuentes de empleo, generar mayores ganancias de los impuestos para dedicarlos al gasto social y producir una fuerza de trabajo más competitiva. Las cifras están ayudando al Gobierno. Las exportaciones han subido 21% (en 2003), la producción industrial también se ha incrementado. Se han abierto campos de explotación petrolera a la inversión foránea. El ministro de Finanzas, Antonio Palocci ha dicho que el interés del Gobierno está en el crecimiento económico a largo plazo.
Pero las medidas tomadas por Lula le han costado caro. Los recortes en el gasto produjeron una contracción económica y el descenso de su popularidad. Lula recortó el gasto federal, redujo el número de empleados gubernamentales y eliminó algunos ministerios. Y hasta presentó al Congreso un plan de reforma de pensiones que recorta los beneficios a los trabajadores federales, uno de sus grupos más leales, una medida que muchos han calificado como audaz. Uno de sus planes para combatir el hambre y la pobreza ha sido el llamado Cero Hambre, que buscar proveer a los brasileños de tres comidas diarias mediante la distribución de alimentos y el pago de US$ 30 a cada familia. Pero una inversión social adicional requiere el pago de la deuda externa.
Algunos de los críticos mas fuertes de Lula lo llaman “instrumento del capitalismo” e insisten en que debería decir no al pago de la deuda. Pero esta no es una opción ya que cortaría a Brasil las posibilidades de refinanciamiento. La única elección es seguir pidiendo prestado, con sus consecuentes limitaciones en el crecimiento económico. Este año, Brasil pagará al FMI el crédito de emergencia sin derecho a renovación. El auge de exportación es lo que ha permitido al Gobierno acomodar sus finanzas sin afectar el crecimiento. Ningún Gobierno hasta ahora ha sido tan agresivo en política comercial. Lula ha promovido la creación del G20, un grupo de naciones en desarrollo que ha presionado para tratar de que Estados Unidos y Europa disminuyan sus políticas proteccionistas en cuanto a algunos productos agrícolas.
Las elecciones locales y estatales de octubre serán un barómetro del apoyo público para el Partido Laboral, lo cual sería un preámbulo para un posible segundo término en el 2006. Pero Brasil no está libre de problemas. La inflación, influida por los precios del petróleo, se espera que alcance 7% este año. Las tasas de interés podrían subir. Y el Congreso podría resistirse a la nueva ronda de reformas de Lula, especialmente aquellas que apuntan a combatir la corrupción y a modernizar el poder judicial. Si todo va bien, Brasil podría emerger como una de las primeras economías del mundo, según un reporte de Goldman Sachs sobre los llamados países BRIC (Brasil, Rusia, India y China).
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Este es el resumen del artículo "Aprendiendo a querer a Lula" publicado en Noviembre 01, 2004 en la revista Fortune.
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