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No hay lágrimas para Argentina |
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| Nicola Modafferi, un corredor de seguros en Palmi, un pueblo del sur de Italia, se siente traicionado. En 1998, un banco de la localidad le aconsejó que invirtiera casi US$ 23.000 en bonos del gobierno argentino. “Me los vendieron bajo la promesa de no había riesgo alguno de perder dinero”, señala Modafferi. Tres años después, Argentina no honró su promesa. Esta es la situación de Modafferi y muchos más.
Pero, ahora, la espera podría terminar, si bien los titulares de los bonos están todo menos contentos. El gobierno argentino está ofreciendo un negocio “tómelo o déjelo” en el que cambiará US$ 81,8 mil millones en deuda que no ha sido pagada a tiempo, por US$ 41,8 mil millones en nuevos bonos con una tasa de interés menor. “¡Es completamente inaceptable!”, señala Modafferi.
Los esfuerzos del Gobierno por forzar este negocio que, en el peor de los casos rendirá US$ 0,28 por dólar, ha enfurecido a miles de inversionistas en todo el mundo; pero, sobre todo en Italia, donde muchos de los que había comprado bonos eran pensionados. Hasta los momentos, sólo 35% de los inversionistas han firmado el nuevo negocio, que tiene como fecha límite el 25 de febrero, y sólo un pequeño porcentaje son extranjeros. Los funcionarios argentinos insisten en que aquellos que no acojan la propuesta no lograrán mejores ganancias.
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Este es el resumen del artículo "No hay lágrimas para Argentina" publicado en Febrero 21, 2005 en la revista Business Week.
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