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Un fracaso de primera clase |
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| Pregúntele a un chico de 12 años cuando fue la última vez que envió una carta a la tía Minnie y no obtendrá más que una mirada en blanco. En estos días, hasta la tía prefiere enviar un correo electrónico que una tarjeta de cumpleaños.
Este es el gran problema de Servicio Postal de Estados Unidos. Esta tendencia no es nueva: comenzó con el fax y ganó velocidad con la Internet y el éxito de los servicios privados de correo como FedEx Corp. Pero el año pasado, la oficina de correos llegó a un punto crucial: por primera vez el correo prioritario cayó tanto en volumen como en ingresos.
Además se espera que dicha tendencia se acentúe en los próximos años. Si así fuera, ni siquiera la gran cantidad de correo chatarra o publicitario será suficiente para mantener al Servicio Postal de Estados Unidos. Incapaz de recortar gastos a la velocidad necesaria, la oficina de correos tendrá que aumentar sus tarifas. Esto podría causar que los grandes clientes decidieran prescindir de los servicios de la oficina postal a favor de otras compañías; lo que desataría un espiral de menos ganancias, mayor deuda y mal servicio.
Según los entendidos en la materia, el Congreso está dispuesto a asumir esta crisis antes de que la clausura del servicio postal se convierta en un problema político. Pero dada su obligación de “servicio universal”, el servicio postal debe servir a 1,8 nuevas direcciones cada año, lo que le da al servicio muy poco espacio para maniobrar. No le queda más remedio que disminuir su tamaño y recortar los costos.
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Este es el resumen del artículo "Un fracaso de primera clase" publicado en Abril 11, 2005 en la revista Business Week.
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