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Supervisando a los jefes |
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| Finalmente, ha sido rectificado el desbalance del poder corporativo de los años noventa, en el que los jefes se comportaban como monarcas absolutos. Pero, las apariencias engañan. A pesar de que todas las historias recientes sobre infortunados gerentes ejecutivos son una señal de progreso, ninguna constituye evidencia suficiente de que la crisis en el área del gobierno corporativo en Estados Unidos ha terminado. De hecho, en muchos casos se trata de un gobierno fracasado.
Cuánto mejor sería si los dueños del mundo corporativo de Estados Unidos jugaran un papel más activo en lo que a controlar a los jefes que manejan sus compañías se refiere. Sin embargo, los accionistas institucionales, capaces de hacer esta tarea, raramente se sienten inclinados a hacerlo. Pedirle un mayor activismo a los accionistas comporta un problema: sus votos en Estados Unidos no tienen mayor valor.
A pesar de todo lo que se dice sobre la democracia de los accionistas, las resoluciones de estos últimos, aun cuando estén respaldadas por una mayoría, casi nunca están ligadas a la gerencia. En muchos casos, los gerentes pueden hasta detener una resolución que ha sido expuesta a votación. La SEC ha propuesto recientemente una norma que facilitará el nombramiento de candidatos para las juntas. Pero el cabildeo realizado por los representantes de los jefes de Estados Unidos acabó con la propuesta. Ya sabemos donde reside el poder en el mundo corporativo estadounidense.
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Este es el resumen del artículo "Supervisando a los jefes" publicado en Abril 09, 2005 en la revista The Economist.
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