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El dólar en tiempos de Bush |
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| Sin políticas claras, la caída de la divisa estadounidense puede mantenerse y América Latina debe prepararse. Durante el último año han sido varias las monedas latinoamericanas que se han fortalecido frente al dólar, una situación inédita en un continente acostumbrado a convivir con monedas que perdían valor de manera crónica. Pero los efectos comerciales de esta situación tienen direcciones opuestas: aunque tener monedas más fuertes quita competitividad al sector exportador, también reduce los costos en moneda local de los bienes importados. Eso permite, por ejemplo, que las empresas adquieran bienes de capital y tecnologías en mejores condiciones, generando así nuevas fuentes de competitividad.
Pero, además, tener monedas que ganan valor en el mercado internacional genera rentabilidades extra para quienes invierten en activos denominados en ellas. Eso atrajo a bandadas de inversionistas deseosos de poner su dinero en activos latinoamericanos, lo que explica en gran parte el auge bursátil que han vivido varios mercados de la región en los últimos meses y la proliferación de fondos para invertir en private equity. Estas inversiones se transforman, a su vez, en una nueva fuente de fortalecimiento de las monedas latinoamericanas.
Pero ¿qué tanto debe preocupar la fortaleza de las monedas latinoamericanas? No mucho, dicen los analistas. En primer lugar, porque la apreciación no es tanta como parece. De hecho, cuando se comparan las monedas de la región contra cestas de monedas, entre ellas el euro y el yen, se ve más una depreciación que un fortalecimiento. Y, segundo, porque la verdadera preocupación debe estar en las causas de la depreciación del dólar: los déficit mellizos de Estados Unidos, es decir, la consolidación simultánea de profundos déficit fiscal y de cuenta corriente.
¿Quién paga la fiesta? Los extranjeros. La mitad de la deuda pública federal de Estados Unidos es mantenida por manos foráneas, principalmente asiáticas. Ya sea para financiar la inversión doméstica o los préstamos del gobierno, Estados Unidos cada vez depende más de los créditos extranjeros. Mientras el déficit en cuenta corriente se expande –hoy está en unos US$ 665.900 millones, equivalente al 6% del PIB– los pasivos internacionales de Estados Unidos han crecido verticalmente hasta representar un 25% del PIB. La pregunta es si Bush podrá llevar a cabo una política de ajuste que logre resultados ciertos en reducir los agujeros gemelos y elimine los temores de una mayor depreciación del dólar y hasta un posible crash.
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Este es el resumen del artículo "El dólar en tiempos de Bush" publicado en Mayo 2005 en la revista América Economía.
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